Sincronicidad. ¿Sabía Vd. que…?
“Está
claro que tanto nuestra mente como nuestro cuerpo son capaces de hazañas que
hasta ahora se han considerado imposibles”
"El
poder de la mente, Cómo aprovechar al máximo nuestros recursos" H.Benson/W.
Procor Ed Grijalbo, 1987, pág. 34
Fotografía de Internet |
Antes
de seguir, os comento, que han tenido que venir unos amigos de Colombia, para
escribir esta entrada. Me explico: ellos me hablaron del Dr. Mario Alonso Puig, del que yo no tenía noticias y como
curiosidad, compré un libro suyo titulado “¡Tómate un respiro! Mindfulness, el
arte de mantener la calma en medio de la tempestad” y en la pág. 46 cuenta
historia del doctor Herber Benson,
que presenció y documentó la experiencia de unos monjes tibetanos, que a
temperatura de unos cinco grados, se cubrían el torso desnudo con sábanas
empapadas con agua fría y al poco tiempo conseguían secar las sábanas con el
calor generado por su cuerpo, mediante la meditación. Lo de Mindfulness es una
palabra de márquetin, dicho sea de paso. ¿Y qué?, me dirá Vd. Pues yo le digo,
el Dr. Benson, por una sincronicidad, se encontró con un libro, una especie
de guía de viajes, en el que se contaba esta “hazaña”, e incrédulo, no paró
hasta conseguir documentarlo personalmente y que yo, por una sincronicidad
también entré en una librería de libros de ocasión y me topé con el libro de la
cita inicial, lo compré y casi lo tengo leído y al hablarme mis amigos
colombianos, del Dr. Puig compré su libro y que al ver en la pág. 46 la
historia de Benson, lo relacioné con el otro libro… Una cadena de sinronicidades
curiosas.
Y como lo prometido es
deuda, en la entrada anterior, prometí contarles porqué F. David Peat, da el título al capítulo 5º “patrones en el hueso” y
eso es lo que voy a intentar hacer ahora: El siguiente apartado de este
capítulo se titula “Naskapi: soñadores
del Labrador”, pequeño grupo de cazadores de la península de labrador, en
Canadá. En lugar de la riqueza material y el deseo de dominar la naturaleza,
los Naskapi hacen frente a un desierto
que debe alimentarles. Su supervivencia, está basada en una cosmología que
recalca la armonía del individuo dentro del mundo vivo de la naturaleza. Manitú,
que vive en todas las cosas, es el aspecto central de esta visión del mundo,
aproxima a los cazadores individuales a los ritmos que le rodean, es la esencia
de todas las cosas y reside en ellas. Cada especie de animal tiene su propio manitú.
Leemos en las páginas 88 y 89: “Los Naskapi deben su existencia al caribú y
al oso. Los humanos y los animales están vinculados de tal modo que el cazador
y el cazado satisfacen sus destinos recíprocamente. Los Naskapi creen que no se
puede matar al caribú si el espíritu que controla la manada no está de acuerdo
con la cacería. Del mismo modo, uno debe dirigirse al oso cuando está en su
cueva de un modo respetuoso e indirecto. Después de la matanza se le trata con
gran respeto y festividad. El gran sueño es algo central en la vida de los
Naskapi, en este el cazador sale al camino, se encuentra con amigos y localiza
manadas de caribúes. No es nada extraño, después de experimentar tal sueño, que
un cazador se despierte y empiece a tocar el tambor y cantar para amplificar el
sueño y comunicarlo a los que lo rodean…” y más adelante en la Pág. 89, por fin
encontramos la explicación del título del capítulo: “Además de los sueños los Naskapi también realizan adivinaciones, siendo
la más importante de ellas la que conlleva la consulta del oráculo del hueso.
Los animales son sagrados; consumen las hierbas de la naturaleza y tanto la
carne del oso como la del caribú son consideradas medicinales… Este poder o Manitú
también está presente en los huesos de los animales y, por tanto, se puede
utilizar para revelar la zona propicia para la caza. Un cazador echa al fuego
un hueso y después estudia los patrones de las resquebrajaduras y manchas
oscuras que se interpretan como caminos, lagos, manadas, cazadores y
desconocidos. Los Naskapi creen que el espíritu del fuego también entra en el
hueso, y si el adivino tiene gran poder y está en armonía con los espíritus de
los animales, el resultado de la adivinanza será exitoso”.
Más adelante en las
siguientes páginas, se explica cómo este oráculo del hueso, se utiliza también al
otro lado del mundo en las montañas remotas de la China. Cogiendo un hueso de
cabra o de oveja, El Chamán chino, lo quema o lo golpea y después interpreta el
patrón de resquebrajaduras. El adivino le habla al hueso y como el animal sólo
se alimenta de está hierba limpia y agua, lo “universal” está arraigado dentro
del hueso, de modo que este puede ver y oír. Escribe su pregunta en el hueso y
provoca las resquebrajaduras. Una pareja joven espera las repuestas a las
preguntas: ¿El matrimonio será bueno?, ¿tendrán hijos y nietos?
El siguiente apartado del capítulo está dedicado a Los
Shang del rio amarillo, cuya existencia se remonta a cinco mil años y de los
que el chamán chino del siglo XX son los herederos. La adivinación la
realizaban en las conchas de las tortugas.
“Su adivinación se basaba en una visión
del mundo armónica en la que se consideraba perfectamente natural que
ocurrieran conjuntamente sucesos “no relacionados” que finalmente formaban
patrones. En tal percepción, era básico que las cosas que no parecían estar
relacionadas, como la mente y la materia, el cielo y la tierra, Dios y la
humanidad, lo interno y lo externo, para los Shang formaban parte de la misma
existencia sin división o distinción”, Pág. 93. (La negrita la he
resaltado yo)
El siguiente apartado del
libro está dedicado al I Ching o libro de las mutaciones, traducido por Richard Wilhelm y que tuvo gran
influencia en C. G. Jung, que posee un contenido cosmológico, filosófico y
teológico, que proporciona también señalamientos en agricultura, psicología y
el buen gobierno y que en los sesenta, con los Beatles, la minifalda, el LSD,
alimentos macrobióticos… se había convertido en parte de la cultura occidental.
No vamos a entrar en las seis páginas que le dedica este libro, y dejamos aquí
esta entrada, dejando la próxima, para concluir este capítulo.
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