martes, 19 de septiembre de 2017

Sincronicidad
Volviendo sobre el tema

Ya lo he dicho muchas veces: “nos unimos a aquello que más nos llama la atención”. Así pues, si no hacéis más que prestar atención a las dificultades y a los impedimentos, estos no harán más que empeorar.
Tan solo debéis prestar atención a Dios. Cuando  os encontréis ante una situación difícil, repetid en silencio: Los medios de Dios son ingeniosos. Sus métodos son seguros.
Florence Scovel  Shinn en “4 libros en 1”, Pág. 228


La cita del principio y otras parecidas, las leí sólo abrir el libro citado, después de que todos los datos de mi ordenador, se habían borrado. No voy a entrar en detalles; pero eran casi cuatro años de información que se habían ido en un soplo. ¿No es esta una sincronicidad maravillosa? Este percance sin embargo, sirvió para mejorar mi vida. Y al Final, el Señor se valió de un buen informático para dejar las cosas como estaban…

Ahora ya vuelvo a libro de F. David Peat: Nos habíamos quedado en la página 104, al comienzo del capítulo 6, “Mente materia e información”. Este capítulo es un diamante con multitud de caras. Cada frase es una de ellas. Así por ejemplo, al poco de comenzar el capítulo leemos: “A no ser que la mente y la materia se traten como dos aspectos de un, único todo, será difícil progresar en la compresión de la sincronicidad… Es el propósito de este capítulo desarrollar nuevos conceptos de orden que puedan abarcar los fenómenos de la mente y la materia”. Preparémonos pues, a tener la mente despierta, para no perder detalle.

Yo particularmente pienso, que en el mundo de la Edad Media, se tenía muy claro que todo estaba regido por una “Mano Poderosa”, llámese, Dios, por ejemplo; pero en el Siglo de las luces, al aparecer la razón, todo aquello empezó a verse como oscurantismo y ese pensamiento fue cambiando. En el primer apartado de este capítulo leemos: “En el siglo XVII, cuando eran desconocidas las propiedades más sutiles de la materia, era natural contrastar la “magnitud” evidente del mundo material con los aspectos más versátiles de la mente,… el funcionamiento de las máquinas, … se explicaba por ruedas dentadas, palancas, muelles…” las máquinas más avanzadas de la ingeniería de aquellos años, se movían por principios deterministas, obvios y explicables por medio de unas leyes y principios simples. En la Pág. 105 leemos: “Lo mejor que pudieron hacer los cartesianos fue sugerir que la mente y el cuerpo son como dos relojes en sincronización perfecta, aunque no hay ninguna interacción causal entre ambos… irónicamente, el dualismo cartesiano se había visto obligado a inventar una forma de sincronicidad. Para preservar la dualidad de la mente y la materia, los cartesianos insistieron en que la experiencia interna era el resultado de la coincidencia acausal con sucesos materiales externos". Esta división está en contradicción total con la experiencia directa. Leemos más adelante “Una solución es considerar que la mente sea análoga al conductor de un automóvil, que actúa fuera de los mecanismos del motor y simplemente dirige su rendimiento” En este caso el cuerpo sería el automóvil y la mente el conductor. Así lo ha expresado Sir John Eccles, neurocientífico, premio Nobel, que ha apuntado a zonas concretas del cerebro.

Algunos pensadores también han apuntado a la mecánica cuántica, así el físico Eugene Wigner ha sugerido que “resultados definidos (de mediciones experimentales) son producidos por la conciencia del observador… que actúa sobre el sistema cuántico. De hecho, se supone que  la mente actúa en el nivel cuántico para “derrumbar la función de onda” del sistema y convertirlo en un estado bien definido… la mente sigue estando fuera del mundo material como la sustancia superior que dirige e influye en ciertos procesos materiales

Como decía al principio, este capítulo y, prácticamente todo el libro, es como un diamante. Mires a un párrafo u otro, verás cosas interesantes. Pensaba comprimir el capítulo en esta entrada; pero no puedo pasar por alto esto que leo, y lo que viene “tiene tela”: el siguiente apartado se titula Los órdenes sutiles de la materia, que lo dejaremos para la próxima entrada. Antes, quiero despedirme con la última frase del primer apartado: “Si se puede comprender que la mente y la materia surgen de un orden común, ya no será útil considerar que sean sustancias distintas, sino manifestaciones inseparables del único e indivisible todo

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