Sicronicidad
Tomamos un respiro
Una
sincronicidad es un origen, es el momento creador del cual se puede percibir el
patrón entero de orden en la vida de una persona mientras se extiende hacia el
futuro.
F.
David Peat en “Sincronicidad, puente entre mente y materia”, pág. 104
El capítulo 5º termina con
el apartado “Adivinación, visiones del
mundo y lenguajes”, que comienza con la pregunta “¿Qué significado tiene para los occidentales el oráculo de la concha de
tortuga de los Shag o la adivinación con milenrama del I Ching, o el oráculo de
los huesos de los Naskapi?”, para comprender la pregunta, hay que reconocer
que esos métodos de adivinación están relacionados con determinadas y
fuertemente sostenidas visiones del mundo. Estas visiones determinan la manera
en que la gente ve el mundo y como se comunican entre ellos. Así por ejemplo,
hay que recordar los distintos nombres que los Inui utilizan para describir la nieve, ya que esta tiene gran importancia
para las vidas de los habitantes del
Ártico, mientras que nosotros, sólo
tenemos una, que nos hace relacionarla con el invierno y nada más. El lenguaje,
por tanto, está relacionado con el conocimiento, como sostenía el lingüista Benjamín
Lee Whorf a principios del siglo XX.
En la Pág. 101 leemos: “El lenguaje, la actividad de la comunicación
y la percepción por medio de los sentidos y la mente actúan entre si recíprocamente
de formas particularmente sutiles… Tal combinación dinámica… se extiende a toda
la cultura penetrando en cada aspecto de la vida, incluyendo la estructura social
junto con sus costumbres, creencias, actividades y las relaciones entre los individuos.
Esta es entonces, la razón por la cual es tan difícil para occidente acoger la
visión oriental del universo y la noción de sincronicidad… (Así como) sería
tan difícil para los antiguos chinos poner en tela de juicio el concepto de
sincronicidad, como lo sería para los occidentales poner en duda el concepto
del tiempo lineal y la sucesión histórica de los acontecimientos”
Todos los capítulos de
este magnífico libro, terminan con un apartado, titulado “Conclusiones”, de este tomaré literalmente lo siguiente, Pág. 103: “…Sería inútil cambiar computadoras y radio
telescopios por conchas de tortuga y tallos de milenrama, ni siquiera es
posible tomar una decisión consciente de cambiar una determinada visión del
mundo, porque está envuelta tácitamente en toda la sociedad. No obstante, como
mínimo podríamos abrigar la posibilidad de que otras visiones del mundo
pudieran, de hecho, ser útiles para otras sociedades. Intentando reunir en la
mente varios de estos planteamientos distintos, puede ser concebible que
nacieran nuevos señalamientos creadores… la sincronicidad, sin embargo, con su
sensibilidad hacia la armonía y la indivisibilidad de la conciencia, la
humanidad y la naturaleza, abre como mínimo, la posibilidad de un planteamiento
nuevo…”
Aquí tomamos un respiro,
no sin antes, recordar al gran físico F. David Peat, autor del libro y que
murió este mismo año en Pari, Italia el 6 de Junio. Para él la sincronicidad,
se ha cumplido plenamente, pues se ha unido a “la fuente creadora” de la que
hablan los místicos.
Quedan tres densos
capítulos de este libro y tengo otro libro, preparado con un título parecido,
de Massimo Teodorani, Ed. Sirio, y estoy detrás de otro libro, “Ciencia, orden
y creatividad, de F. David Peat y David Bohm, de Ed. Kayros. Es un tema que me
apasiona y que como comentaba al principio de esta serie de entradas, he
comprobado, que la cita, con la que comienza esta, se ha cumplido en mí.
Volveré sobre el tema.
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