Sincronicidad
Continuación
del capítulo 6º del libro “Sincronicidad” de F. David Peat
En
el siglo actual, el nivel fundamental de la naturaleza parece ser el del
espacio-tiempo y de la energía infinita del campo cuántico. Pero no hay ninguna
razón para suponer que la esencia de la realidad esté allí y que no pueda haber
un número indeterminable de niveles más sutiles todavía por descubrir.
Pág.
108, oc.
Cuatro de Fructuoso Mangas |
En el apartado Los
órdenes sutiles de la materia, de este capítulo leemos: En la edad
Media, se consideraba que el cielo era de un orden distinto a la tierra, luego
Newton con su ley de la gravedad universal y la ley del movimiento, puso en
evidencia que no hay un orden especial en el cielo respecto a la tierra. En los
siglos XVIII y XIX se descubrió que el calor, la electricidad, la actividad
química, e incluso la disipación del trabajo en una máquina, estaban todos
relacionados por la energía. La teoría de Hamilton-Jacobi consideraba que los
cuerpos materiales y sus trayectorias eran menos sustanciales y que implicaban
formas complejas de movimiento de ondas. J.C. Maxwell introdujo los campos de
energía que unían los fenómenos de la luz, magnetismo y electricidad en un solo
campo electromagnético. A comienzos de siglo XX, Einstein demostró que la
materia y la energía son totalmente equivalentes, y la teoría cuántica demostró
que la materia y la energía comparten doble naturaleza de partícula/onda.
Por tanto el orden del
mundo había cambiado. Un enriquecimiento similar supuso el desarrollo de la
química orgánica, con el singular potencial de enlace del átomo de carbono. Por
tanto, todo el concepto del mundo material se ha extendido constantemente a
regiones de mayor complejidad y sutileza hasta que hoy en día, es posible
especular que este orden sutil se puede extender sin límite a regiones cada vez
más profundas.
A continuación aparece el
apartado El orden mecánico de la mente,
en el que hace la observación de que muchas actividades de la misma, podría
hacerla, incluso mejor, una computadora, como jugar al ajedrez, por ejemplo. A
este respecto, leemos en la Pág. 111 “…psicólogos
perceptivos han descubierto que determinados aspectos del funcionamiento humano
se pueden dividir en secuencias o pasos bastante mecánicos que se realizan
rápida y, en gran parte, inconscientemente. De este modo, parece que determinadas
actividades de la mente tienen un orden básicamente mecánico”. Esto se
observa en pensamientos de origen neurótico o incluso en la emoción que también
puede estar implicada en un orden mecánico; pero leemos en la Pág. 112 “Un contexto establece un significado… y
estos contextos requieren la inteligencia de un orden no mecánico para poderse
apreciar… por tanto mientras la mente contiene ciertos órdenes mecánico de
funcionamiento estos surgen de un fundamento no mecánico mucho más profundo. El
orden de la mente es, especialmente sutil y no se puede reducir al de una
computadora. No obstante, también es cierto que el orden de la naturaleza
también se extiende más allá de los órdenes mecánicos de la naturaleza newtoniana
y abarca los campos de energía y el orden íntegro de la teoría cuántica. Por lo
que puede plantearse una pregunta: ¿tiene
la materia una gama limitada de órdenes que se funden con los de la mente?” (Las negritas son mías).
Por lo que he venido
leyendo hasta aquí, esta es la tesis que intenta demostrar el autor de este
libro y que va a insistir en lo que queda de este complicado capítulo. A
continuación en el apartado Campos mórficos, aparece una cita de S. J. Snyder,
de la universidad John Hopkins, publicado en la revista Sciece, que incluimos
aquí, dada su importancia: “Uno de los
interrogantes más importantes de la biología es como porciones discretas del
cuerpo llegan a estar donde están y adoptan su apariencia y función característica.
[…] ¿Qué es lo que provoca que de un grupo de células de un embrión salgan
brazos? ¿Por qué algunos grupos celulares se desarrollan en el hígado, otros en
las glándulas suprarrenales y otros todavía en las gónadas? El cerebro es un
solo órgano que, en muchos aspectos, muestra una mayor complejidad que el resto
del cuerpo. En la vida embrionaria, miles de trayectorias discretas de neuronas
deben errar a través de itinerarios a menudo enrollados antes de llegar a sus
posiciones adultas”
La explicación
convencional es que el ADN de cada célula contiene los cianotipos genéticos de
la vida. El biólogo C.H. Waddington nunca estuvo totalmente satisfecho con
estas explicaciones, recalcando que el crecimiento implica un elemento de
totalidad que representa la expresión del paisaje epigenético global y que no
es, por tanto determinado completamente de un modo hierático por el ADN. Parece
que se acercaba a un concepto de desarrollo, en el que la materia viva
responde, de algún modo, a un campo de información que ejerce un poder
formativo sobre los procesos de la célula.
Estas ideas han sido
desarrolladas mucho más por el biólogo Rupert Sheldrake, con la teoría de los
campos mórficos. Ha propuesto que “tales
campos de información existen e influyen en las estructuras de no solo los
organismos vivos, sino también en las de la materia inanimada. Según su
explicación, toda materia está relacionada con un campo de memoria, que
desempeña un papel activo en guiar la formación de estructuras y procesos. Si
su idea se tomas en serio, ampliaría la naturaleza de la materia introduciendo
un nuevo nivel: El de la información activa” Pág. 114.
Dedica el autor siete
páginas a este tema, para seguir luego con el apartado Información activa y orden
implicado. En este apartado expone las investigaciones de David Bohm,
que son sumamente complejas y crean más dudas de las pocas que resuelve y en el
que, que a mi modo de ver el traductor del libro no ha dado con algunas
palabras adecuadas. Así por tanto pasaré de puntillas sobre este tema, no sin
antes exponer el ejemplo de la página 119: “...el
potencial cuántico tiene algo en común con el modo en que un campo mórfico actúa
sobre un organismo en desarrollo o, para utilizar una analogía, actúa sobre una
señal de radar captada por un barco en alta mar. La energía en esta señal es
insignificante en comparación con la energía que acciona el barco, pero la
información de aquella sobre los puertos, niebla, icebergs… ejerce un efecto
formativo sobre el rumbo del barco…”
Comienza el siguiente
apartado Realidad y reduccionismo
con esta reflexión: (Pág. 126) “La idea
de que la mente y la materia surgen de una gama común de órdenes que se
extiende desde o mecánico hasta lo infinitamente sutil, sugiere que el análisis
científico de la materia puede ser una búsqueda que persista para siempre.
Implica que la teoría mecánica cuántica actual de la materia es esencialmente
limitada y, que es posible descubrir otras series de propiedades y gamas de
comportamiento. ¿Qué impacto debería tener todo esto sobre los paradigmas
actuales de la ciencia?”
Karl Popper ha afirmado
que si las predicciones de una teoría no están de acuerdo con los
descubrimientos, debe rechazarse. Ahora bien, la sugerencia de que la materia y
la conciencia son aspectos distintos de un orden fundamental de la naturaleza
no puede someterse a una prueba científica inmediata, ¿tiene alguna importancia
científica?. Sostiene el autor que estas
ideas, pueden ejercer una influencia profunda en el futuro de la ciencia, que
debe tratar de la compresión de nosotros mismos, del universo y de nuestra
posición en él, por tanto, tal visión, no es fija, sino dinámica y sus métodos,
planteamientos y técnicas deben estar siempre
dispuestos a cambiar y a reaccionar frente a nuevas exigencias y nuevas
situaciones, de hecho muchos científicos ya no están satisfechos con la
naturaleza “reduccionista” de algunas ramas de la ciencia y más adelante dice
textualmente: “La idea de que la realidad, por ejemplo, pueda desplegarse en una serie
compleja y potencialmente infinita de niveles, cambia el significado íntegro
del reduccionismo. Las objeciones de Prigogine… están basadas en la observación
de que cualquier nivel de explicación es dependiente, y está condicionado por conceptos
y significados que surgen de otros niveles… Estos niveles pueden, por supuesto,
ser explorados por el pensamiento y la experimentación, pero en cada caso el
intento de alcanzar el “nivel más fundamental”, llevará eventualmente al descubrimiento de
procesos inexplicados todavía más profundos”
Recuerdo en mis tiempos de
estudiante, (este comentario es mío) que una compañía formada por aficionados
universitarios al teatro, representó una obra titulada “Las rejas”, no recuerdo
el autor. Posiblemente Bertod Bresch. He intentado buscarla infructuosamente.
Toda la obra se basaba en quitar una reja, a ver que había al otro lado. Al
final consiguen quitarla y lo que apareció al otro lado era… otra reja.
Termina el capítulo, con un apartado titulado Sincronicidad y el I Ching,
sobre el que no me voy a detener salvo la breve cita de la página 128: “En el I Ching la mente y la materia ya no se
perciben como una dualidad, sino en su unidad esencial; y el potencial del
momento se despliega explícitamente
dentro del patrón del hexagrama”.
El siguiente capítulo
titulado La fuente creadora,
promete. Seguiremos con él.
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