martes, 28 de junio de 2016

Sincronicidad

Había pensado escribir esto ayer; pero por alguna razón,
 que desconozco, escribí otra cosa.


         Y resulta que lo que escribí, tiene y mucho que ver con esto. Ya lo he notado varias veces, Alguien, con mayúscula, me guía, pues ayer, me dirigía a ejercer mi derecho al voto a las 12, 20 h. aproximadamente, pensando en ir a misa a las 12.30 h. en una iglesia próxima a mi casa; pero se me hizo tarde y llegaba tarde a misa, por lo que decidí ir a las 13h., pero ¿Dónde?, pues ha cambiado el panorama, de mi parroquia. Ya no hay “misa de una”, los domingos. Ahora como han agrupado a varias parroquias, suelen poner un anuncio con los horarios en la puerta. Ayer no estaba. Decidí acercarme a San Martín y me encuentro con D. Fructuoso, el anterior párroco de mi parroquia, que me dice: voy a celebrar misa en san Benito a la una. ¡Estupendo!, pensé, me apunto. Y faltaban diez minutos, por lo que entré en la Iglesia, recordando tiempos de estudiante, cuando San Benito, se llenaba de jóvenes universitarios, y había que quedarse de pie, incluso hasta canté en un coro que había allí en aquellos tiempos.
         La iglesia estaba vacía, solo yo, una señora y el sacristán, que me pidió un mechero para encender las velas. Yo no fumo, le dije; pero la señora lo facilitó “et lumen facta est”. Se me eligió, al llegar tan pronto,  para hacer la primera lectura, mientras tanto oía una voz maravillosa. Pensé: ¡qué música van a poner en la megafonía tan bonita!; pero era el coro que ensayaba en la sacristía, pues al poco rato salían con instrumentos, violines, guitarras… y comienza la celebración, el canto del gloria: ¡El mismo canto, que hace no sé cuántos años; pero con mejor coro! Leo la primera lectura, del libro 1º de los Reyes, “Elías encontró a Eliseo, arando con 12 yuntas en fila y él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió hacia Elías… marchó tras Elías y se puso a su servicio” Palabra de Dios. Salmo
Resulta que era el Salmo 15, 1-2.5-11: “Tú Señor, eres el lote de mi heredad”. ¿Un Salmo cualquiera? No, es el salmo que más nos gusta a mí y a mi mujer. ¡Vaya reglazo!
         Bueno, luego la homilía de Fructuoso, que no tiene desperdicio, hilvanándola con la segunda lectura y el evangelio, Lc 9, 51-62: “El que echa mano en el arado y sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios”. Es necesario dejar cosas, tenemos demasiadas, casi tantas como las ¡12 yuntas de Eliseo!, nos dijo Fructuoso, para seguir a Jesús (Esto es lo mismo que escribí esta mañana). Y me quedé con una frase que nos dijo: “El que sigue a Jesús y no es feliz, mejor que no lo siga”.
         La misa fue larga; pero a mí se me hizo corta. Prometí volver, la lástima es que Fructuoso estuvo de paso. Otro día tal vez coincidamos, en cualquier caso, no importa, pues volviendo a lo que escribí esta mañana, tal vez también sea un apego ir siempre a la misma misa, pues no vamos a misa (probablemente) a seguir a Jesús, sino a escuchar el coro que canta muy bien. Sea lo que sea, están actuando los “tenues hilos”, que mueven mi existencia y la de Vd., querido lector, querida lectora.

         Y ya está. Esto es lo que sucedió ayer, entre las 12 h. y las 14 h., el resto probablemente tenga poca importancia ¿O no? 

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