Richard
Buckminster Fuller
Anoche,
intentando despreocuparme del resultado electoral, leo en la página 295, del
libro “Otro modo de ver, otro modo de vivir”, de Enrique Martínez Lozano, (Ed.
Desclée de Brouwer) el nombre de Richard B. F., en una nota que remite a otro
libro de Jon Kabat-Zinn: Mindfulness en la vida cotidiana. Donde quiera que
vayas, ahí estás (Ed. Paidós)
En esa nota,
leo que una noche, Richard, pensó en el suicidio al borde del lago Michigan, a
causa de sus continuos fracasos empresariales, pero en lugar de hacerlo, pensó
vivir, como si ya hubiera muerto. “Si estaba muerto, ya no tenía por qué
preocuparse por cómo le saldrían las cosas a nivel personal y estaría libre
para dedicarse a vivir como un representante del universo… En lugar de vivir
para sí mismo, se dedicaría a preguntarse: Dentro de todo lo que yo sé hacer, ¿Qué
hay en este planeta que deba hacerse y que probablemente no ocurrirá a menos
que yo asuma la responsabilidad de hacerlo?”
Sería
interesante ahondar más es esta historia, aunque me ha llamado la atención, que
fue el inventor de la cúpula geodésica, la imagen sacada de internet, acompaña a esta entrada;
pero no es mi intención ni el lugar, ocuparme de esto, aunque si pongo aquí un
enlace de Wikipedia, para el lector interesado:
A pesar
del título, voy en esta entrada a ocuparme de otra cosa: Recordaréis aquella
canción de Rafael que decía más o menos: “¿Qué
nos imparta, le gente que va (vamos) por el mundo y no ven (vemos) más que tierra?”
También recordaréis aquello, que de tan manoseado, ha perdido fuerza, de
santa Teresa: “Nada te turbe…” y es
que he visto, que estamos polarizados, ante un evento como el de ayer, unas elecciones
generales o un campeonato del futbol o lo que los encargados de los medios
audiovisuales, nos quieran vender. “Mirad,
despertad ya del sueño, mirad, y veréis al Señor. La muerte ha quedado vencida,
porque resucitó”, esta es una canción que suelen cantar los “Carismáticos”
y si no despertamos, nuestra vida será un calvario.
¿Y a qué
viene todo esto?, pues muy sencillo, estoy terminando de leer el libro citado
en primer lugar: “Otro modo de ver…” y E. M. Lozano en el capítulo 9 y último
hace la reflexión, un poco basándose en algunos libros de neurocintíficos y en
las tradiciones advaitas sobre la no-dualidad
(todos somos uno). Compara la vida como una representación teatral, en
la cual, como en el teatro, en que parece que los actores son libres y sin
embargo están siguiendo un guión. Podemos así caer en el el determinismo, con lo
que el libre albedrío queda excluido;
pero en la pág. 270, E. M. Lozano escribe: “…
todo esto parece ser tan sutil y delicado que solo puede entenderse desde la
paradoja… no existe ningún yo libre, pero nuestro nombre más profundo es libertad”
Hace unos
años, leí un magnífico libro, posiblemente, de los mejores que he leído,
titulado “El equilibrio entre el cielo y la tierra” de Robert A. Johnson, en el
que decía que sólo se es enteramente libre, si se cumple la voluntad de Dios.
Pensamientos parecidos a este le oí al
P. Bernardo, en la Escuela de Teología, cuando nos daba ética. Y en el fondo
esa frase, resume el sentido último del capítulo que intento comentar. La idea la entiendo; pero no atino
a expresarla bien. Puede ser así: Nuestro ego, nos engaña, quiere ser el protagonista,
queremos cambiar el gobierno con nuestro voto, o con nuestras finanzas, mejorar
nuestra economía, con nuestro esfuerzo, mejorar nuestro huerto y nuestro
negocio. Eso está muy bien; pero… Acepta, vive, no mires a la tierra, no te
turbes, sal de ti, como hizo aquella noche Richard Buckminster Fuller, piensa
en Cristo Resucitado, que no es que volviera a la tierra, sino, que quedó en la
Eucaristía y que como dijo también Él, “el Padre y yo somos uno”. Nada te
turbe, si tienes a Dios, Señor del universo y que estás en Él o Él en ti, como
quieras, no mires a la tierra, mira más allá, desengánchate de tu ego… despierta y sentirás al Señor…
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