La presencia del
resucitado en la Eucaristía
Notas tomadas del libro “La Eucaristía del
Nuevo Testamento”, de José Luis Espinel Marcos O. P.
Ed.
San Esteban
Es posible creer en
la Eucaristía porque hay fe en la resurrección de Cristo, que es trascendente,
“ascendida”. Ahora Jesús es Señor total del universo, es ubicuo. Jesús no tiene
que entrar por las paredes,… cuando se presenta en las apariciones de Pascua
“estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por
temor a los judíos” (Jn 20, 19). Solamente tiene que hacerse visible. De otro
modo, no hubiera marchado de este mundo… Jesús
[a diferencia de Lázaro] pasó a la otra dimensión…
“Debemos considerar
que la comunidad se reúne, cada vez que celebra este sacramento, para encontrar
al Señor no entre los muertos, ni entre los crucificados, sino para
encontrarlo, según expresión de Lucas en el pasaje de las mujeres ante la
tumba, como el Viviente (Lc 24, 5)[1]…
… Los relatos de la
Institución de la Eucaristía en los sinópticos y en San Pablo están construidos
de forma que es Jesús quien habla, y en primera persona… en estos relatos, como
en otros textos eucarísticos, donde habla Jesús siempre lo hace en primera
persona… El contenido mismo de lo que dice lo está además, exigiendo: Se trata
de Él mismo, de su específica misión, de acción escatológica… en tercera
persona los hechos referidos a Jesús llegan hasta Mc 14,21; pero en Mc 14, 22
ya se habla en primera persona: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Así en los cuatro
relatos. Estas palabras son imperativas, declarativas, prometen, ofrecen:
tomad, esta es mi sangre… os digo que no beberé… comed… bebed… haced esto en
memoria mía.
Pablo sustituye el
estilo narrativo histórico de Mc 14, 22-24… y no sólo nombra a Jesús, sino con
el título máximo de Señor, y esto varias veces. Escomo si dijera: ¡Basta ya de
modestia, de estilo secreto, de anonimato reverente cuando está en peligro la
Eucaristía! Quien está entre nosotros es el Señor de la iglesia y es quien
habla en ella desde ese título, desde ese puesto. Es Él quien dice las palabras
eficaces, porque le atañen a Él, porque son su secreto mayor: la explicación de
su vida y de su muerte, su íntima confianza en el futuro. Estas palabras se
oyen, pues, en todos los relatos de labios de Jesús directamente… La densidad
de pronombres y de terminología personal está descubriendo en el lenguaje
profundo de estos relatos que las relaciones personales o, mejor, las
interpersonales son máximas. Destaca sobre todo la presencia de Jesús, pero es
para los demás: mi cuerpo por vosotros,
mi sangre… por vosotros.
En el relato del
encuentro de Jesús con los discípulos que iban a Emaús, sobre todo en los
versos que hablan de la comida en términos eucarísticos,… [también ocurre
esto]… Es muy interesante en este sentido el diálogo en el camino que también
indica una especial presencia… En Hch 10, 41 Pedro cuenta una experiencia
pascual con caracteres que pudieran ser intencionadamente eucarísticos:
“nosotros quienes comimos-con y bebimos-con él, después que él resucitó”…
Tanto en los textos
narrativos, en las epístolas, como en la liturgia, las palabras eucarísticas
las dice Jesús… Las palabras
eucarísticas son palabras eficaces por eso sólo las dice Él. “El supremo don
que nos es otorgado en la Eucaristía es la real y personal presencia del
resucitado, del Señor glorificado”[2]…
Quien preside la Eucaristía en la Iglesia pronuncia esas palabras, pero no son
suyas, es sólo un instrumento de resonancia, un ministro del sacerdocio de
Jesús.
El que todas las
tradiciones se hayan comportado así con las palabras del testamento es un
argumento a favor de la presencia de Jesús, que hace imposible que sea otro
quien pronuncie sus palabras en nombre propio. Esto lo vio y lo experimentó la
Iglesia apostólica, por eso nos trasmitió así los textos.
Es verdad también
que toda palabra de Dios la dice siempre Él, aunque esté grabada en cinta
magnetofónica… Nunca la deja, es suya y la palabra nos trae su presencia… desde
el principio de la Iglesia la presencia de la palabra de Dios acompañó también
a las reuniones eucarísticas. Pero las palabras “de la consagración” son
sacramentales… La misa es suya, la Iglesia se une a Jesucristo…[3]
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