martes, 31 de mayo de 2016

La niña de los juncos
(perdón de los lirios)



        Allá por el 59 ó 60, leía  este pasaje en el libro de texto de lengua, de editorial Anaya, creo que del profesor Lázaro  Carreter,  segundo de bachillerato, plan 57. Relato que no he olvidado y que me ha impulsado a leer y disfrutar, después  de algunos años, la magnífica novela de Camilo José Cela, “Viaje a la Alcarria”, de la colección Austral. ¿Porqué he tenido en la memoria este pasaje?, pues porque, como alguien me decía en un correo electrónico, “las tareas se acumulan y hay que hacer lo prioritario” y porque, en mi caso y en el de muchos jubilados, no somos capaces de soltar, sueños, proyectos, tareas, vivencias, encuentros, etc. y por ende, no procesarlos debidamente y muchos de ellos, apartarlos, no por voluntad, sino por fuerza.

         Merece la pena por tanto, recordar ahora, dicho pasaje, que está en la pág. 131 de la edición de 2007 de dicha novela, de finales de los cuarenta: “Ante el viajero, una mujer corta juncos con un cuchillo. La mujer llegó con una niña pequeña de la mano. La niña va descalza, con los brazos al aire y lleva un lazo morado, grande como un murciélago, sobre la despeinada cabeza rubia. Al llegar a la orilla, mientras la madre apila las varitas de juncos, la niña corta lirios en silencio. Llega a tener un montón tan grande como ella misma, un montón con el que no podrá cargar

         Pues así deforma el tiempo las cosas. Desde que leí este pasaje en el viejo libro, que conservo, si no lo han roído los ratones, siempre pensaba que el viajero se había encontrado con la niña, que estaba sola, recogiendo juncos. Ahora lo veo mejor, la niña está en buena compañía y haciendo lo que quiere, mientras su madre, está posiblemente trabajando para mantener el sustento. La niña es libre, a pesar de estar descalza y hace lo que le apetece, juntar hermosos lirios; pero tantos, que va a tener que dejar más de los que quisiera, en el campo, después de haberlos cortado, no sin disgusto.


         Eso tenemos que hacer. El tiempo es el que es y no podemos alargarlo. Hay que hacer “tareas prioritarias” y lo que sobra para trasportar los lirios y ponerlos en jarrones hermosos, y en eso estamos. Yo veo carpetas, con temas interesantes y veo que pasan uno, dos, tres…  años y siguen en las carpetas y además, sigo acumulando temas y ahora más por internet, al igual que con los libros, leo uno y antes de terminarlo de leer ya tengo tres más. ¡Esto es una locura! El montón de lirios, es más alto, que yo, que soy más alto que la niña de los lirios, hija de la madre, que corta juncos. ¡Y ya está!, por lo que es necesario,  dejar de cortar, o por lo menos de amontonar.

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