jueves, 12 de mayo de 2016

Los sueños  (y 7)

Otra vez vuelvo a considerar, que el manojo de datos, libros, ideas, sobre los sueños, que he recogido, es tan inmenso, que no puedo trasportarlo.  Me pasa lo mismo que a la niña de los juncos de la novela de Cela, “Viaje a la Alcarria”, que aún no he leído y la tengo a mano, para encontrar ese pasaje. Por ello quiero terminar esta mini-mini serie, con el número siete, de la plenitud, aunque en este caso sea simbólica, pues aunque parezca que podemos hacer todo lo que queramos, falso es. Si se gana en fuerza, se pierde en velocidad. Dice la física.


Hemos de tener también en cuenta el “desfondamiento radical del ser humano”, del que habla el profesor Cencillo y que ya Calderón de la Barca lo apunta en aquellos fabulosos versos de “La vida es sueño”:

En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan suave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

Cierro, pues aquí este tema; pero quisiera apenas esbozar otros sueños de este siglo: “el cine”. Alguien lo calificó en sus inicios, como la “fábrica de sueños” y no le faltó razón. A mi particularmente me afecta y puedo salir contento o deprimido después de ver una película, eso también ocurre al despertarte de un sueño. Incluso la afectación puede llegar a ser patológica. Recuerdo, siendo yo niño, el caso de una mujer, madre de un mozo con problemas de depresión, que fue al patrón donde trabajaba su hijo a decirle que no le diera la paga a él, pues así no tenía dinero para ir al cine, que sólo había un día a la semana en el pueblo, ya que luego se metía en la cama, pensando lo que había pasado en la película y no había quien lo levantara.

Pues bien, como decía al principio, voy muy deprisa y mi potencia no es muy alta, ergo, la fuerza es poca. Si fuera más alta, podría comentar un magnífico libro: “El Evangelio según Hollywood” de Greg Garrett, Ed Sal Terrae.

No me resisto a escribir las primeras frases de la introducción que hace el autor del libro: “La primera vez que vi Pulp Fiction (1994)… sentí que estaba asistiendo a algo milagroso… Sentado a oscuras en la sala, un extraño y paradójico pensamiento me vino a la mente: me pareció que estaba en presencia de algo sagrado.
Viendo la violenta y a menudo repugnante película de Quentín Tarantino… sobre abominables bajos fondos de la sociedad, me sorprendió descubrir en cada uno de los principales relatos de la película la luz de algo que no podía llamar sino “gracia” y me sentí espiritualmente conmovido como no había pasado en una iglesia… en toda mi vida

Yo, recuerdo también, en la película “La aventura del Poseidón”, haber “visto  morir a Cristo”, en el personaje del capitán del barco, cuando al final, consigue abrir una válvula, para salvar a los atribulados supervivientes, y colgado de la misma, grita a Dios “¡Que más quieres que haga!”  Y exhausto cae muerto…

En fin todo en definitiva es  teología y la teología, también es el sueño de encontrar a Dios, al cual no podemos acceder por los sueños, pues está aquí y ahora conmigo, escribiendo estas cosillas

Ya termino y como mi entendimiento es flaco, me apoyo en Calderón una vez más con los últimos veros de “La vida es sueño”:

¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
y estoy temiendo en mis ansias
que he de despertar y hallarme
otra vez en mí cerrada prisión?
Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como sueño.
Y quiero hoy aprovecharla
el tiempo que me durare,
pidiendo de nuestras faltas
perdón, pues de pechos nobles
es tan propio el perdonarlas.

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