Los sueños (y 7)
Otra
vez vuelvo a considerar, que el manojo de datos, libros, ideas, sobre los
sueños, que he recogido, es tan inmenso, que no puedo trasportarlo. Me pasa lo mismo que a la niña de los juncos
de la novela de Cela, “Viaje a la Alcarria”, que aún no he leído y la tengo a
mano, para encontrar ese pasaje. Por ello quiero terminar esta mini-mini serie,
con el número siete, de la plenitud, aunque en este caso sea simbólica, pues
aunque parezca que podemos hacer todo lo que queramos, falso es. Si se gana en
fuerza, se pierde en velocidad. Dice la física.
Hemos
de tener también en cuenta el “desfondamiento radical del ser humano”, del que
habla el profesor Cencillo y que ya Calderón de la Barca lo apunta en aquellos
fabulosos versos de “La vida es sueño”:
En llegando a esta
pasión
un volcán, un Etna
hecho,
quisiera sacar del
pecho
pedazos del
corazón.
¿Qué ley, justicia
o razón
negar a los hombres
sabe
privilegio tan suave,
excepción tan
principal,
que Dios le ha dado
a un cristal,
a un pez, a un
bruto y a un ave?
Cierro,
pues aquí este tema; pero quisiera apenas esbozar otros sueños de este siglo: “el
cine”. Alguien lo calificó en sus inicios, como la “fábrica de sueños” y no le
faltó razón. A mi particularmente me afecta y puedo salir contento o deprimido después
de ver una película, eso también ocurre al despertarte de un sueño. Incluso la
afectación puede llegar a ser patológica. Recuerdo, siendo yo niño, el caso de
una mujer, madre de un mozo con problemas de depresión, que fue al patrón donde
trabajaba su hijo a decirle que no le diera la paga a él, pues así no tenía
dinero para ir al cine, que sólo había un día a la semana en el pueblo, ya que
luego se metía en la cama, pensando lo que había pasado en la película y no había
quien lo levantara.
Pues
bien, como decía al principio, voy muy deprisa y mi potencia no es muy alta,
ergo, la fuerza es poca. Si fuera más alta, podría comentar un magnífico libro:
“El Evangelio según Hollywood” de
Greg Garrett, Ed Sal Terrae.
No
me resisto a escribir las primeras frases de la introducción que hace el autor
del libro: “La primera vez que vi Pulp Fiction
(1994)… sentí que estaba asistiendo a algo milagroso… Sentado a oscuras en la
sala, un extraño y paradójico pensamiento me vino a la mente: me pareció que
estaba en presencia de algo sagrado.
Viendo la violenta
y a menudo repugnante película de Quentín Tarantino… sobre abominables bajos
fondos de la sociedad, me sorprendió descubrir en cada uno de los principales
relatos de la película la luz de algo que no podía llamar sino “gracia” y me
sentí espiritualmente conmovido como no había pasado en una iglesia… en toda mi
vida”
Yo,
recuerdo también, en la película “La aventura del Poseidón”, haber “visto morir a Cristo”, en el personaje del capitán
del barco, cuando al final, consigue abrir una válvula, para salvar a los
atribulados supervivientes, y colgado de la misma, grita a Dios “¡Que más
quieres que haga!” Y exhausto cae muerto…
En
fin todo en definitiva es teología y la
teología, también es el sueño de encontrar a Dios, al cual no podemos acceder
por los sueños, pues está aquí y ahora conmigo, escribiendo estas cosillas
Ya
termino y como mi entendimiento es flaco, me apoyo en Calderón una vez más con
los últimos veros de “La vida es sueño”:
¿Qué os admira?
¿Qué os espanta,
si fue mi maestro
un sueño,
y estoy temiendo en
mis ansias
que he de despertar
y hallarme
otra vez en mí
cerrada prisión?
Y cuando no sea,
el soñarlo sólo
basta;
pues así llegué a
saber
que toda la dicha
humana,
en fin, pasa como
sueño.
Y quiero hoy
aprovecharla
el tiempo que me
durare,
pidiendo de
nuestras faltas
perdón, pues de
pechos nobles
es tan propio el
perdonarlas.
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