VOCATVS
ATQVE NON VOCATVS DEVS ADERIT
Traducido al castellano, significa algo así como: “se le
llame o no se le llame, Dios estará presente”. C. G. Jung lo tenía escrito en
su casa de Küsnacht y la tomó de una edición original que poseía del libro de
Erasmo, Collectaneas adagiorum. En él se recogían proverbios clásicos y, entre
ellos, se encontraba esta frase, que procedía del oráculo de Delfos, en una respuesta que había dado a los espartanos
con ocasión de la Guerra del Peloponeso.
Este comentario lo he tomado del blog, cuyo enlace pongo a continuación:
Hoy día, quieren que vivamos como si lo escrito arriba,
que da título a la entrada de este modesto blog, no fuera una realidad; pero a
pesar de los que piensan y quieran que lo creamos. DEUS ADERIT.
He pasado hoy el día, no por voluntad, sino por
acompañar a unos familiares en un templo de los tiempos que vivimos: en un “megacentrocomercial”.
Se vende de todo, “barato” (caro porque compras cosas que no necesitas), se come rápido y mal,
“cosas de fuera” (¡Ah!… la dieta mediterránea, cuanto la echamos de menos, los
que la hemos conocido…), reclamos en Inglés, como si nuestra lengua no
existiera y no nos entendiéramos con ella…y esa es la religión de hoy… ¡Qué pena!;
pero a pesar de todo DEUS ADERIT. Yo
no acierto a explicarlo; pero al llegar a casa, me he encontrado con el correo
del sacerdote Fructuoso Mangas, que lo explica muy bien. Y como lo explica muy
bien. Hay que leerlo muy bien y si es necesario, más de una vez y como dice él,
alto y claro:
Ahí os va:
¿Dios?, si, gracias
En los buscadores de Internet Dios, como palabra,
tiene alrededor de 300 millones de entradas, que ya son entradas aunque ya se
sabe lo relativos que son estos números. Y hoy al llegar al artículo nº 100 en
este espacio de Salamancartv, lo elijo como tema de mi reflexión. De todas formas, desde que tenemos memoria
Dios, en tantas y tantas de sus presentaciones, ha sido levantado en alto por
miles y miles de generaciones y otras tantas lo han dado por muerto y
liquidado. Y por enésima vez, qué pasa hoy: ¿está vivo o sigue muerto?
Sigue valiendo la
pintada callejera recogida por E. Galeano:
Marx ha muerto, Dios ha muerto... y yo me encuentro muy malito. Está ya muy gastada por tanto uso pero
sigue valiendo su ironía para ahorrarme unos cuantos párrafos. Porque pienso
que Él, a pesar de su presunta muerte y de mis olvidos ciertos, sigue gozando
de una salud envidiable. Y ha
estado siempre ahí aunque demasiadas
veces hemos echado sobre él velos de silencio y capas de olvido que lo han
hecho parecer inexistente. Y por lo tanto inútil. Aunque lo de inútil puede decirlo de Él también el
teólogo más fino. Quizás por esa supuesta, nunca mejor dicho, inutilidad nos cuesta poco dejarlo groseramente
a un lado como si no existiera. Torpes e insensatos…
Y de hecho basta observar por encima nuestra sociedad
para descubrir que por dejación o por descuido, bajo la presión de los trabajos
y los ahogos o en medio de los gozos y quehaceres de la vida la mayoría de
los ciudadanos lo han relegado a la cuneta
de su mundo. Sin darse cuenta han doblado la esquina y no volverán a
encontrarse con Dios. Recuerdo el estremecedor poema de Cavafis, aquel que
empieza y termina confesando Sin darme
cuenta en torno mío han levantado altas murallas… y sin darme cuenta me
tapiaron la vida. Y yendo más allá, o más acá, mirándome, pienso en no
pocos que creen en Dios y lo afirman y lo adoran y lo invocan… para acabar
viviendo como si Dios no existiera.
A pesar de todo la
pregunta por la vida y su sentido sigue en pie como primigenia pregunta por
Dios; la formulaba Borges, en unos versos certeros como tantas cosas suyas: ¿Qué arco habrá
arrojado esta saeta / que soy? / ¿Qué cumbre puede ser la meta? Da la impresión de que sin Dios, la vida es un
sindiós, sin sospechar de qué fuerza
vengo y a qué cima asciendo. O de otra manera y siguiendo al mismo autor: Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?
Bien, ahí estamos.
Lo que sigue pretende ser un mínimo y respetuoso alegato en favor de Dios vivo,
del Dios de Jesucristo. No es un dictamen, sino una elección entre inteligente
y amorosa, entre crítica y rendida. O ambas cosas
Desde mi
extrema debilidad confieso a Dios, seno y espacio donde nacen y se mueven mis días; raíz de todos
los orígenes y fuente de todos los principios; Dios, alma y aliento de todos
los pasos y pasiones; término de todos los caminos y definitivo remanso de
cuanto vive y crece. Dios, siempre.
Dios, siempre más
grande, siempre más acá y más allá, siempre más cerca y más lejos, siempre más
semejante y más diferente, siempre más encarnado y siempre más transcendente.
Dios, siempre.
Dios del este y el
oeste, del sur y hasta del norte. Dios rubio y moreno, inaccesible y fácil,
negro y blanco, alto y bajito, varón y mujer, legal e ilegal, afirmado y
negado, oculto y revelado... Dios, siempre.
No un Dios arma, azucarillo
y placebo y sí un Dios raíz, razón y horizonte; no un dios desconocido y sin
rostro sino un Dios revelado y con perfil; no un dios sin voz ni voto sino un Dios
presente, que opina y vota; no un dios sin nombre ni verbo ni adjetivo y sí un
Dios que se ha puesto nombre y apellidos; no un dios que es múltiple y vario,
todo y nada sino un Dios personal, trinitario y con identidad contrastada; no un
dios anónimo, afónico y anodino y sí un Dios lleno de nombres, hecho voz y
conocedor de todos los caminos. No describo, sino creo y afirmo.
Y como aguja de
marear para no perder el horizonte de Dios estos cuatro puntos cardinales que,
entre otros mil, me tomo prestados como pequeño equipaje final:
* Mira
y escucha: El mundo es ruidoso y mudo, poetas, sólo
Dios habla. A. Machado Proverbios y Cantares
* Él
va conmigo: Sepan en todo caso que Él, mientras
navegamos, nos observa. Juan José Millás. El País, 19 enero 2001
* Transcendiéndolo
todo: Por detrás, por detrás, más allá. Pedro Salinas. La voz a ti debida
* Véante
mis ojos: Para ver a Dios hay que cerrar los ojos o recibir de él unos ojos
nuevos. O. González de Cardedal La
Entraña del cristianismo
Y si alguien
quiere seguir este rastro le invito a entrar en la vieja web que subí hace años
a la red, le sorprenderá: www.alrostrodedios.com
Y acabado el
espacio disponible, me felicito y confieso que, como mejor puedo, miro,
escucho, me siento acompañado, me alzo de puntillas y, sabiéndome indigno de
tanto don, deseo ver su Rostro… ¡Ay si pudiera!
Fructuoso Mangas
Sacerdote
diocesano
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