domingo, 26 de abril de 2015

Jonás o mirar para otro lado

Este artículo, fue publicado en la página de la Asociación de Antiguos Alumnos de San Esteban, en enero de 2011, y ha sido uno de los que no se perdieron en mi anterior blog, de "La coctelera", desaparecido en 2013. Lo recupero aquí.




“La palabra de Yahveh fue dirigida a Jonás, en estos términos: “Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mi.”. Jonás se levantó, bajó a Joppe y se embarcó para Tarsis, lejos de Yahveh”  Jon 1, 1-3
Tarsis, parece ser que estaba lejos, en Iberia, o sea la Costa del Sol actual.
Ya sabemos la historia, En la travesía, estuvo tres días, en el vientre de la ballena, en el fondo del océano. Según los analistas jungianos, el océano representa el Inconsciente y el inconsciente ¿Es la morada de Dios?, según el título del libro de Josep Otón Catalán. (Ed. Sal Térrea). No voy a entrar a averiguar cual es su morada. Teólogos y místicos la han buscado y todavía andamos en ello. Sólo “busco tu rostro”, como en el salmo. Lo que quiero ahora es fijarme en Jonás y en mi mismo, pues todos somos Jonás.
He venido leyendo estos días, las noticias que Juan Antonio nos pone en la página de la Asociación y resuenan otras noticias similares, incluso el recuerdo-testimonio de Fr. Pablo, recientemente fallecido. Todo eso son invitaciones a dirigirme a Nínive, o sea a la sociedad opulenta en la que vivimos, con su política correcta, o sea perfecta y proclamar su maldad, en la que todo está controlado. No pases por un radar a 51 Km. por hora que te pongo una multa que verás… pero si no hay radar puedes pisar a fondo. Esta es la hipocresía de nuestra civilizada sociedad.
Yo miro para otro lado, como casi todos, pero, las palabras del maestro “lo que hagáis (y no hagáis) a uno de estos mis pequeños, a Mí me lo hacéis (a mi dejáis de hacerlo)”, Mt, 25, 40, resuenan en mis oídos, emergen de las profundidades del Inconsciente, cuando las dejo aflorar. Dicen los analistas jungianos que lo que se reprime, (“la sombra”, buena o mala) no se elimina, si no que se hace autónoma y en un momento dado emerge.  Por poner un ejemplo. Ayer, me fui a misa y afloraba allí en mí el recuerdo de la peripecia de los emigrantes subsaharianos,  pues también se puede mirar para otro lado, disfrutando de la misa de una en la Purísima, escuchando a Fructuoso. Esta mañana volví a leer en la página de la Asociación la soledad del arzobispo de Argel, denunciando estos hechos, que como premio puede acarrearle “algún disgusto” y los emigrantes deportados… por un gobierno avalado por la Europa civilizada y culta, que como diría Machado refiriéndose a Castilla: “Envuelta en sus harapos (de oropel) desprecia cuanto ignora”, o sea mira hacia otro lado.
La pregunta del millón ¿Qué podemos hacer o que puedo hacer yo? Mejor no responder y dejar que como a Jonás, una vez devuelto del vientre de la ballena, se nos muestre el camino y mientras tanto, en la oscuridad, orar como Jonás con la confianza puesta en el Señor: “¡Arrojado estoy delante de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo templo?”Jon 2, 5. Y en eso andamos. Yo por ejemplo, esta mañana iba a enredarme viendo vídeos y presentaciones en el correo electrónico; pero he sentido que no debía “embarcarme en Internet”, debía poner por escrito este pensamiento. No es mucho… y por eso: “Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro”.


Pedro Becerro Cereceda, alumno de tercer curso de la Escuela de San Esteban
 Enero de 2011

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