lunes, 17 de febrero de 2025

 Amad a vuestros enemigos

Haced el bien a vuestros enemigos, dice Jesús. Es una enseñanza tan radical e irracional que la gente tergiversa sus palabras para eludirla. Thomas Moore, en Jesús y el alma de los evangelios, pág. 173 

    
    Este mandato es muy dulce en los labios; pero amargo, en nuestro interior, si tuviéramos que comerlo, según comentaba un profesor de exégesis bíblica en una reciente conferencia. El que me la hace me la paga, comentaba una persona muy devota de los santos, que no se perdía una novena. Yo reconozco que no lo cumplo, si bien es verdad que pretendo hacerlo; pero con pocos resultados.

       En el citado libro hay un capítulo dedicado a este mandato evangélico y pone un ejemplo muy significativo: el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001: "Si uno acatara ese mandato, se encontraría ciertamente en una realidad alternativa, en un reino, muy distinto del mundo que conoce y ama. Es un mandato que va contra la razón convencional, la filosofía del mundo y la pasión, pura y dura.

     Las dos semanas siguientes al atentado contra las torres del World Trace Center... fueron intesamente tranquilas... no ocurría nada de particular en un mundo conmocionado por la barbarie... en ese periodo de tiempo en el cual no se produjo ningún tipo de venganza, sentí un poder positivo, creativo y esperanzador. pensé que los Estados Unidos tenía en esos momentos la oportunidad de demostrar al mundo que era un auténtico líder mundial"

    Pero los generales estaban planificando sus contraataques. "... empezaron a caer las bombas ... y no han dejado de caer, Estados Unidos ha dejado de ser, a los ojos del mundo, un líder moral... La petición de Jesús de no crearse enemigos desoída"

    El avance moral del "ojo por ojo", ha quedado estancada desde los tiempos bíblicos, y no sólo en guerras entre países, sino entre nosotros, los que saludamos al vecino en la escalera, o vamos a hacer la compra en el "súper" del barrio.  y sigo copiando algún párrafo de este interesante capítulo: " La idea del yo tiene que cambiar antes de poder adoptar el mandato de Jesús. Aunque no somos conscientes de ello, por lo general suponemos que el yo es algo que debemos de defender y arrojar a la cara del otro. Aquí Jesús nos dice que debemos dejar que nuestros actos broten directamente del corazón y no debido a un ansioso deseo de autoprotegernos.

  Si actuamos de esa forma anticonvencional, seremos hijos del Altísimo, ciudadanos del cielo y miembros del Reino, e imitaremos el amor del Padre por sus criaturas. Este "ágape" no es un amor puramente humano, aunque se basa en las profundas emociones de la comunidad humana. Trasciende el burdo sentimiento de autocomplacencia, y nos lleva más allá de la filosofía y la práctica humana convencional. Al amar sin esperar nada, accedemos al Reino celestial"

    Poco más hay que añadir. Sin embargo, vemos acciones en almas grandes y en nosotros mismos, que a veces, van por ese camino, que lleva a la utopía de Isaias, que las espadas se convertirán en arados.

 

 





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