domingo, 26 de mayo de 2019



Aprender a esperar
Resumen de la charla dada por Fructuoso Mangas el 20.5.19, en la iglesia de San Juan Bautista

La esperanza teologal no es un automatismo, es don y una responsabilidad: Como toda gracia ¡Hay que trabajarla!
Fructuoso Mangas, al comenzar la charla


Con la advertencia, de que lo que salga de este breve resumen, se va a parecer pálidamente a lo que dijo Fructuoso en la charla, aun así, me atrevo a escribir lo que sigue, puesto que más vale una lucecita, aunque débil, que la oscuridad. Lo bueno es haber tenido la suerte de haber estado allí y yo la tuve, aunque sin un mísero bolígrafo para tomar nota, ni el móvil para grabar, solo las “antenas puestas”, para captar todo lo que podía, de los casi infinitos matices que, como no puede ser menos, imprimía Fructuoso a lo que decía. Dicho esto, voy “saltar al ruedo”
Lo primero que nos dijo, es que lo que iba a contarnos, es como un “libro de mantenimiento”, o un “manual de instrucciones”, como puede ser el de un GPS o un móvil, que tiene que estar operativo; pero no basta, hay que ponerlo en marcha. Y para poner en marcha la esperanza, se necesitan
1. Dos herramientas para la esperanza
La esperanza siempre es una consecuencia, no un punto de partida” (lo que copio del guión va en cursiva). Dos herramientas previas y fundamentales:
1.- CONFIANZA: con-fi-anza: es una herramienta en 3 piezas:
La 1ª pieza: con: no es cosa de uno sino de alguien con otro; en la esperanza teologal, ese con se refiere a Dios y a mí.
2.-  Fi: es el centro de la palabra, entre el origen (con) y la gestión subsiguiente (anza) es fiarse, es decir poner la fe, ponerse en otro, que servirá de fuente y de apoyo para la esperanza que viene: “se de quien me he fiado”. Aquí pone el ejemplo de Pablo, de Pedro, Andrés Santiago, que dejaron todo para seguir a Jesús, pues le inspiraban confianza. Es una virtud federal, con-feder- al; sin fe no hay esperanza.
3.- anza: es la “aplicación, activa y como programada, de todo eso, viene del bloque –nti- que indica acción y frecuencia: yo me encuentro con unos datos previos que me llegan fiablemente y desde esos datos gestiono con oración, reflexión y convicción una actitud confiada, a la espera y cierta que se llama y es la ESPERANZA. Y este resultado final de la aplicación debe ser mantenido activo y vivo, si no es así la esperanza cae y muere.
Yo lo interpreto, como, que una vez que el móvil está operativo, hay que cargar la batería o que si un coche está listo, e incluso con el depósito lleno, no basta con poner en marcha el motor, hay que salir “del punto muerto”, es decir, poner la marcha; pero no en directa, sino, secuencialmente: primera, segunda, tercera, etc… “Y esa carga constante viene de: (segunda herramienta)
2. Los dones del Espíritu Santo: me llamó mucho la atención, de cómo definió al Espíritu Santo “Dios mismo instalado en ti”. Y también, matizó que las palabras a veces se quedan cortas, o nos confunden, así si pensamos en el:
Don de sabiduría, Tendemos a pensar, al menos yo, que el espíritu santo, nos hace “sabios”; pero no sabios de que lo sabe todo, sino: “Valorar lo esencial. Es un seguro para cualquier brote de desesperación.” Es decir y esto es cosa mía, saber distinguir entre lo esencial y lo superfluo y saber elegir, aunque esto lo complementa el:
Don de inteligencia:Ver más allá de lo inmediato. La esperanza está servida
Don de consejo: Saber ver, saber juzgar y saber actuar. La esperanza está asegurada”.
Don de ciencia: Saber discernir. Equipaje seguro para cualquier espera. Así pues, por ejemplo, entre pasar una tarde, de consumismo “quemando tarjeta”, y entre dar un paseo por la naturaleza, la elección es clara. Pero hay más, el Espíritu no deja las cosas a medias:
Don de fortaleza: Fuertes en la debilidad: es un supercomplemento para sobrevivir”
Don de piedad: sentirse amado y amar. La esperanza es como andar por casa, en familia”.
Don de temor de Dios: Para mantener el más alto aprecio. Este aprecio asegura al cien por cien la esperanza diaria”. Por fin, he entendido lo del “temor de Dios”, pues siempre lo había identificado con miedo al castigo eterno y nada tiene que ver con eso. Fructuoso lo aclaró, además por la etimología. Es mantener el más alto aprecio, es decir, todo lo contrario a lo que entendemos por temor, es el amor a Dios, que es recíproco, si estamos atentos y sabemos escuchar, como dice la hermosa canción de Cesáreo Garabain: “Si miro al cielo y miro al mar, si observo en mi interior, si estoy atento y se escuchar podré sentir tu voz”, esto no lo dijo Fructuoso, es cosa mía.
Resumiendo:
 1. Cada uno recibe el material: primero la gracia y todo su aparejo y desde ahí confía y cree.
2. Va recibiendo las aplicaciones del Espíritu Santo: son sus aplicaciones para gestar y gestionar la delicada estructura de la esperanza. Y
3. Y esto de por vida.
Ya tenemos el móvil y el vehículo operativos, hay que saber utilizarlo y hay que saber conducir. Para esta permanencia tiene gratis estos 7 utensilios y utilidades:
1.     La actitud analítica, sin prejuicios ni ataduras”. Que nada te distraiga de tu proceso, ni siquiera la charla de Fructuoso, según comento él, allí.
2.     Un corazón ligero y libre: hay que dejar la tierra,…” para volar, sobra peso, hay que arrojar lastre y son muchos los pesos que traemos.
3.     La oración: se asoma a la expectación, se espabila la esperanza, encaja y compensa retrasos.” Oración confiada, digo yo, “hágase tu voluntad”. No recuerdo lo que dijo Fructuoso en este punto; pero algo así debió decir.
4.     La comunidad como trama y raíz y ramaje y copa que nutre, alza y sostiene. Es decir, entre todos avanzamos, uno sólo se “quema” y se queda atrás y esto es cosa mía: siempre me acuerdo de la carrera ciclista, el “escapado”, acaba agotado; pero el “pelotón” arrasa. Es importante por ello, estar integrados en parroquias, actividades, grupos de oración, carismáticos, talleres de oración, voluntariado cristiano, etc…
5.     Los sacramentos, recursos específicos, ejercicios prácticos, siempre culminación y fuente. Son el alimento, la comida espiritual. Recuerdo en otra charla, también de Fructuoso, hace ya tiempo y bastante, que nos dijo, que así como el cuerpo no puede subsistir con un “pincho” esporádico, sino que tiene que hacer las comidas reglamentarias todos los días, así ocurre con la vida espiritual y en este caso, con el mantenimiento de la esperanza.
6.     La Biblia y los escritores cristianos, revelación luminosa de lo que debemos creer, interminable Libro de Instrucciones para el constructor de la esperanza. Y yo me pongo como ejemplo: ¡Cuánto agradecimiento del debo a los cursos de biblia, que nos impartió José Manuel!, y a libros de autores como Anselm Grün, Chus Villarroel, Thomas Merton, por cierto, abro paréntesis. El día anterior a la conferencia, compré un libro de ediciones Sígueme, titulado “Thomas Merton. Curso de mística Cristiana en trece lecciones” y fíjense, copio de la página 28: “Toda la ascesis cristiana queda resumida en Mc 8,34: “Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y que me siga. El lado negativo supone la renuncia y el abandono de sí; el lado positivo conlleva el seguimiento de Cristo, el desarrollo de la vida de Cristo en nosotros, el crecimiento de la vida de la gracia en nuestro interior y la cooperación con el Espíritu Santo…”cierro paréntesis. Sigo citando: Enri Neuwen, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y muchísimos más, llenaría páginas citarlos. Gracias al Espíritu que ha puesto en mi camino, a esos autores. Han sido medicina y si pasa tiempo y no leo, noto que mi espíritu se debilita, como cuando llevas tiempo sin comer y pierdes fuerza.
7.     La conversación cristiana: intercambio y contraste de pareceres, de métodos y situaciones. De hecho lo que hemos intentado hacer. aquí”. Y todo el auditorio, la iglesia llena, respondió con un sonoro AMEN y estalló un clamoroso aplauso.


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