La creación matemática
Es
indudable que las combinaciones que se ofrecen a la mente en esa suerte de
iluminación súbita, tras un periodo, a veces prolongado, de elaboración inconsciente,
suelen ser útiles y fértiles, pareciendo ser el resultado de una primera
impresión. ¿Se deduce de ello que el yo subliminal, tras haber adivinado con
fina intuición la utilidad de estas combinaciones, no las haya elaborado más
que a ellas? ¿O quizás elaboró muchas otras, que por su falta de interés, han
permanecido inconscientes?
Henri Poincaré en la conferencia
pronunciada en la Sociedad Psicológica de París, a principios del siglo XX
Voy a intentar fijarme en
alguna reflexión del primer artículo de la revista, que comenté en la anterior
entrada de este mismo blog, que por cierto he visto, que es de 1995. Este
artículo, se titula precisamente “La creación matemática” y recoge
algunas ideas, de las que expuso Henri Poincaré en la citada conferencia.
Poincaré muere en 1912, por lo que no conoció, posiblemente las teorías del
inconsciente de Freud ni de C. G. Jung; pero habla del mismo, como puede verse
en la cita inicial. Nos sorprende cuando afirma “El primer hecho que habría
de sorprendernos, si no fuese por lo acostumbrados que estamos a aceptarlo, es
el de cómo es posible que haya personas que no entiendan las matemáticas.
Puesto que sólo recurren a las leyes de la lógica…” Naturalmente, en
aquella época se conocía muy poco del cerebro ni por supuesto, las
funciones de los hemisferios cerebrales. Y más adelante insiste: “Y sin
embargo, quienes no pueden seguir tal razonamiento más que con
dificultad son mayoría, como atestigua la experiencia de los
profesores de enseñanza secundaria”.
Más adelante hace esta interesante
reflexión “…soy incapaz de hacer una suma sin equivocarme…”; pero
"¿Por qué entonces no me falla (la memoria) en los momentos difíciles
del razonamiento matemático, cuando la mayor parte de los ajedrecistas se
perderían? Sin duda alguna porque la marcha general del razonamiento la guía.
Una demostración matemática no es una simple yuxtaposición de silogismos,
sino silogismos colocados en determinado orden, siendo
este orden de colocación mucho más importante que los elementos mismos,…
percibo sin más el razonamiento como un todo y no tengo ya que preocuparme de
que se me olvide ninguno de sus elementos…”
Y más adelante: “… la intuición del
orden matemático, la que nos hace adivinar armonías y relaciones ocultas, no puede ser poseída por todo el mundo… quienes la poseen… no sólo entenderán las
matemáticas,… sino que podrán crearlas, esforzándose por inventar, empeño en el
que tendrán más o menos éxito, según esté desarrollada su intuición”.
Para saber lo que ocurre en la mente de un
matemático se pone él como ejemplo, contando cómo escribió su primer trabajo
sobre las funciones fuchsianas, pidiendo perdón al auditorio por usar términos
técnicos. Explica el mecanismo psicológico de la forma que llevó a cabo su
creación, y abro paréntesis: he consultado en internet y en un trabajo del
CSIC, de José Manuel Aroca Hernández-Ros, se afirma que este trabajo lo realizó
en 1880, cuando tenía 26 años; pero que no se publicaría hasta 1923 para un
premio de la Academia, que no recibió el primer premio; pero
sí, mención especial. Cierro paréntesis. Y prosigue: en
la creación de un trabajo “lo verdaderamente importante para el psicólogo,
no es el teorema, sino las circunstancias” y él explica como llevó a cabo
su trabajo: “Durante quince días me esforcé por demostrar que no podían
existir funciones como las que luego llamé fuchsianas. Entonces era muy
ignorante. Me ponía a trabajar en mi mesa todos los días… y no lograba nada.
Una tarde bebí una taza de café, cosa que no solía hacer, y no pude dormir por
la noche. Las ideas surgían a borbotones,… hasta que engarzaron formando entre
sí una combinación estable. A la mañana siguiente ya había determinado la
existencia de una clase (de estas funciones)… sólo me faltaba
poner por escrito los resultados, lo que hice en pocas horas… Por aquella época
vivía en Caen y salí de excursión… las incidencias del viaje me hicieron
olvidar mis trabajos matemáticos… En determinado momento, tuvimos que subir a
un ómnibus… Justo en el momento de poner el pie en el estribo, y sin que
ninguno de mis pensamientos lo propiciara, me vino la idea de que las
transformaciones que había usado para definir las (citadas) funciones
eran idénticas a las de la geometría no euclídea… (continúe la
excursión normalmente y)… a mi regreso a Caen lo comprobé
concienzudamente”
Más adelante da cuenta de otros hallazgos,
de forma parecida, mientras caminaba por unos acantilados, en donde había ido a
distraerse, después de intentos fallidos en su estudio. De vuelta a
casa, el tema de las funciones citadas anteriormente, se iba ampliando, como
una bola de nieve y afirma: “Las sometía un ataque sistemático y fui
doblegándolas, una tras otra. Quedaba una, sin embargo, que se resistía y cuya
dominación hubiese significado la victoria total. Pero el único resultado
inicial de mis esfuerzos fue permitirme ver con claridad la dificultad de la
empresa, que no era pequeña. Todo este trabajo fue completamente
consciente".
Y le llegó la hora de ir al servicio
militar y que claramente las ocupaciones y preocupaciones poco tenían que ver
con la matemática, pero “un buen día según andaba por la calle, se me
presentó de improviso la solución del problema que me había bloqueado. No le di
más vueltas… retomé la cuestión al licenciarme… La redacción de la memoria
correspondiente la realicé de un tirón y sin dificultad”
Este caso, lo pone como ejemplo; pero
afirma que en otros muchos problemas, la solución, llegó de forma parecida y
afirma: “Lo que resulta más sorprendente en principio es esta aparición de
una súbita iluminación, signo inequívoco de una larga elaboración previa
inconsciente… en la invención matemática… Suele pasar que, al trabajar en un
tema difícil, los primeros intentos no den ningún resultado. Se toma
uno un descanso,… y de pronto, la idea decisiva se presenta por sí sola ante la
mente… Sólo es posible un resultado fecundo, si (la
elaboración inconsciente) va precedida y seguida por un trabajo
consciente… Nunca se producen más que tras algunos días de esfuerzo
voluntario, de apariencia inútil… tales esfuerzos no son tan estériles, como
uno piensa: han puesto en marcha la maquinaria inconsciente, que sin ellos… no
produciría nada”
Pasa el conferenciante a reflexionar sobre
los hechos antes expuestos: “… suele considerarse que el yo
subliminal (inconsciente) es puramente automático… pero la
tarea matemática no es meramente mecánica,… ninguna máquina podría realizarla.
No se trata sólo de aplicar reglas y hacer combinaciones,… que
serían extraordinariamente numerosas, inútiles y enrevesadas. La verdadera
tarea del inventor consiste en escoger entre estas combinaciones, eliminando
las inútiles… se las siente más que se las formula…” es decir, “La
primera hipótesis que se nos ocurre es que el yo subliminal no sea en modo
alguno inferior al yo consciente; que no sea totalmente automático, sino capaz
de discernimiento…” y en efecto, “Sabe adivinar mejor que el yo
consciente, puesto que acierta donde el otro falla… ¿no es el yo subliminal
superior al yo consciente?... ¿Cómo se eligen, de entre de entre los miles de
productos de nuestra actividad inconsciente, los que pasarán la
barrera?..." afirma, que los productos inconscientes privilegiados, los
que se convertirán en conscientes, son los que afectan a nuestra sensibilidad
emotiva. Aunque pueda pensarse que la actividad matemática sólo afecta al
intelecto, hay que tener en cuenta la belleza y armonía e los números y formas,
la elegancia geométrica, en definitiva, la verdadera sensación estética, del
pensamiento matemático, es lo que nos remite a la esfera emotiva,
que será la criba que selecciones los pensamientos que afloren al yo
consciente. En definitiva, “El yo consciente está gravemente
limitado, mientras que no conocemos las limitaciones del yo subliminal,… y sin
embargo tales limitaciones existen. No resulta verosímil que pueda elaborar
todas las combinaciones posibles…; pero su número supera lo imaginable; pero
tal cosa es necesaria… (para encontrar la solución correcta, que) “…tenemos
que buscarla en el trabajo consciente, que precede a toda labor inconsciente
fructífera…”
Recurre al final al símil de los átomos
ganchudos de Epicuro. “En los periodos de reposo mental, estos
átomos están colgados de la pared; pero en un periodo de descanso aparente y de
trabajo inconsciente, salen disparados en todas direcciones, como las moléculas
de los gases, según la Teoría
cinética”
¿Qué papel desempeña el trabajo inicial
consciente? Claramente en poner en danza algunos de estos átomos, tras haberlos
separados de la pared. Resulta que nuestra voluntad no los eligió al azar, sino
con un claro propósito, por lo que "los átomos puestos en danza, son
aquellos de los que esperamos una solución razonada. Los impactos entre ellos o
con otros, producen combinaciones” y aquí vuelve a pedir disculpas por lo
tosco de la comparación y prosigue: “... Las únicas combinaciones que tienen
posibilidad de formarse son aquellas en las que participa como
elemento uno al menos de los átomos que nuestra voluntad eligió libremente… la
buena combinación se encuentra entre estas…"
Para terminar, confiesa que la
noche de excitación, cuando afloraban las ideas, parecía como si uno mismo
fuera espectador de su propio trabajo inconsciente, “que conserva su
naturaleza a pesar de haberse vuelto parcialmente perceptible por la
consciencia sobrexcitada. Es entonces cuando captamos de modo impreciso lo que
diferencia ambos mecanismos,… los métodos de trabajo de ambos egos.
Termina el artículo, afirmando que las
observaciones psicológicas, desde su punto de vista, a pesar de que no se hayan
confirmado, tienen a su favor los hechos aquí expuestos y que ha merecido la
pena compartirlos
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