lunes, 1 de abril de 2019

¿Que es la realidad?

Nunca hubo una explicación que no tuviera que ser explicada a su vez
Charles Fort

Hemos llegado a esperar explicaciones siempre que ocurre algo misterioso, y siempre hay un “experto” dispuesto a ofrecerlas. Y no importa lo ridículo que sea la explicación del experto: normalmente nos quedamos satisfechos, porque preferimos asegurarnos de que el misterio está resuelto a pensar en ello ni un momento.
Patrick Harpur en “Realidad Daimónica”, Pág. 30

¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
 Pedro Calderón de la Barca en La vida es sueño


Se me cumplió el tiempo que me concede la Biblioteca pública para leer el libro “Realidad daimónica” Tengo dos opciones: devolverlo o pedir prórroga. He optado por la primera, a pesar de que no he podido leer ni la cuarta parte del mismo. Tampoco importa; pero si es importante saber que la realidad es como un océano y eso me lo han confirmado las reflexiones que he sacado de esa lectura. Y normalmente, “conocemos” un charquito”, como el niño-ángel de la leyenda de San Agustín.
Busquen en internet el caso de Carl Higdon, que aparece en este libro y dirán: absurdo, imaginación calenturienta, ansias de notoriedad… y como ese caso infinidad de ellos. El folklore no miente, cuando habla de hadas, elfos, gnomos, aparecidos,… Cuentos, dirán, o mitos, leyendas. ¿El cuerpo y la Sangre de Cristo están en el Pan y en el Vino, consagrados? ¡Por qué no!
Me gusta la repuesta, en principio atribuida a Valle Inclán; pero parece ser, según fidelignas informaciones, que es de de D. Vicente Risco, a la pregunta, sobre si existen las meigas: “Creer no creo; pero haberlas hailas”. Eso mismo respondo yo cuando me preguntan si creo en los OVNIS.
Vivimos en la cueva de Platón y de vez en cuando percibimos un rayo de luz, o vemos una estrella, como cuando el protagonista de “El Gatopardo”,  la vio al final de la película. Y el mismo Jesús nos lo dice: “Si tuvierais la fe del granito de mostaza…” Y eso es lo que nos falta. Andamos enredados en cincuenta mil historias, cambiando cosas, para que todo siga igual y no nos fijamos en que hay más en esta realidad ficticia, que “vemos con los ojos de la carne”; pero que ni siquiera intuimos con los ojos del alma.
Lo peor es que si lo que pretendemos cambiar es lo contrario de lo que quieren cambiar otros: el conflicto está servido.  ¿Qué tenemos que hacer? Difícil pregunta para responder sabiamente, a pesar de que la respuesta es muy sencilla: ¡Olvídate de tus quimeras y mira la estrella! Ten fe, aunque sólo sea como un granito de mostaza y ya está. No os canso más

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