jueves, 31 de agosto de 2017

Sincronicidad. El abismo

Debajo de las apariencias cotidianas de la materia, nivel en el que el científico actúa como un observador imparcial, se encuentran procesos cuánticos a los que el observador y lo observado están vinculados íntimamente… Tal como ha insinuado Heissenberg y muchos otros, puede que ya no exista un fundamento esencial de la materia, sino simetrías fundamentales y principios de ordenamiento.
F. David Peat en “Sincronicidad, puente entre mente y materia”, pág. 75


La cita del principio se encuentra en el capítulo 4º, “Patrones de la mente y la materia”, dentro del apartado “Inconsciente colectivo” y merece la pena seguir leyendo: “De un modo complementario, cuando se exploran las primeras capas de la mente se alcanza el terreno subjetivo de las represiones personales, pero en los niveles más profundos se encuentran los contenidos objetivos que ya no se pueden observar directamente sino que están ocultos bajo formas simbólicas. Así como no se puede aprehender directamente el electrón sino que se debe deducir, por ejemplo, a partir de sus huellas en una cámara de burbujas, los contenidos del inconsciente colectivo no se pueden sacar directamente a la superficie de la conciencia sino que se deducen a través de sus huellas o sombras que aparecen en la conciencia y en el inconsciente personal en forma de mitos, sueños, fantasías, imágenes fuertes y obras de arte”, hacerlo de otra manera, puede ser peligroso, como apunta Josep Otón Catalán, en el capítulo 10 del libro “Vigías del abismo”, Ed. Sal Terrae; pero, puede que incluso sea más fácil, si confiamos: que “el Señor nos conduce, a verdes praderas, aunque caminemos por lugares tenebrosos”, Salmo 23, y como han hecho y están haciendo pueblos “primitivos”, que no saben de “nuestras ciencias”; pero eso lo dejaremos para una próxima entrada.
El apartado siguiente del capítulo 4º del libro “Sincronicidad”, se titula “Materia, mente o espíritu”, y abunda más en este tema, de él tomo algunas notas: en la pág. 76, “el origen de la mente se puede descubrir en los ordenamientos dinámicos que están en un nivel de inteligencia objetiva que no es ni la materia ni la mente, sino la fuente de las dos” y sin querer le viene a uno la poesía de S. Juan de la Cruz, “yo sé bien, do está la fuente… aunque es de noche”. Y más adelante: “Carl  G. Jung fue el primero en sugerir que, debajo de los niveles familiares de la conciencia… existía un nivel objetivo de la mente… (El) inconsciente colectivo se fundía con las reacciones objetivas del reino animal… la esencia del inconsciente colectivo está en el significado de sus arquetipos, aquellos patrones y simetrías dinámicas que mantienen su estructura interna. El significado es, por tanto, la esencia de las estructuras materiales y del inconsciente colectivo. Este significado está en el corazón de la “inteligencia objetiva”, ese principio generativo y formativo que no es ni la materia ni la mente” ¿Qué es entonces?, surge otra vez el Misterio.

Para no cansar al lector, dando “otra vez la vuelta al trigo”, expongo a continuación, parte de lo que el autor expone en las conclusiones de este capítulo, pág. 81: “más allá de la mente y la materia existen patrones y simetrías que ejercen un efecto generativo y animador. Durante una sincronicidad es posible, por un instante, tocar esas regiones de tal modo que implica que, dentro de la conjunción de coincidencias, hay envuelto algo universal que está en el corazón de toda creación y que alcanza los ritmos más básicos de la existencia

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