Algo sobre Sincronicidad
Cuando
se revelan las sutilezas de la naturaleza se descubre que distan de ser simpes
mecanismos, de modo que la mente ya no parece ser ajena al universo.
F.
David Peat en Sincronicidad, pág. 48
Ante de comenzar, quiero a
gradecer a Nati, el estar escribiendo esto, pues ayer me dio un “tirón de
orejas” por no haber vuelto a escribir y dicho esto, diré, que si en aquella
tarde de septiembre de 1967, no hubiera visto desde el tranvía de la C. Universitaria
de Madrid a una persona, es posible que ahora estuviera haciendo otra cosa.
Todos hemos sentido
determinadas coincidencias, “inexplicables”, que han cambiado el rumbo de
nuestra vida o nos han sacado de un atolladero. La expresión “vi el cielo abierto”,
suele pronunciarse este caso y así es, pues lo que parecía un problema de
difícil solución, ya no es ni siquiera problema. Recuerdo, una anécdota, que me
ocurrió, allá por los lejanos años 70, en que lógicamente no había teléfonos
móviles. Resulta que tenía que seguir a un autobús que lo llevaban al taller,
con un Seat 124, para recoger al conductor, una vez dejado el autobús a reparar
y un semáforo se puso rojo, justo al pasar el autobús, al que yo seguía. Me vi
en medio de Madrid, sin saber dónde estaba. Al ponerse el semáforo verde
arranqué y de repente vi el “caballo de Pegaso” en un rótulo de un taller y
entonces “vi el cielo abierto”.
Siempre me han llamado la
atención estas coincidencias y he leído a Jung, que las explica; pero no he
acabado de entender su teoría. He pensado que es la Providencia, que vela por
nosotros. El “Padre Eterno”, que “no permite que caiga un cabello de nuestra
cabeza, sin que Él lo permita” y así es; pero esto tampoco es explicación, es
fe, que “complementa al entendimiento”, según cantamos en el “Tantum ergo”:
“Prestes fidei suplementum, sensuum defectui”. ¿Cómo entonces explicar esto?
Pues bien, estoy ahora
leyendo el libro “Sincronicidad, puente
entre mente y materia”, de F. David Peat, que está agotado; pero que
afortunadamente, lo he conseguido en PDF y algo explica y puede que tenga
razón. Para empezar, después de comentar en el primer capítulo un poco, sin
profundizar demasiado, la relación ente el Psiquiatra C.G. Jung y el físico
Pauli, en el segundo capítulo, aborda la cuestión del “Universo mecánico” y
como el paradigma actual es el
“científico”: causa-efecto, mecánica newtoniana. Si cae la manzana hay
gravedad y porque hay gravedad, cae la manzana. El principio de inercia, de
Newton”, que estudiamos en la física del bachillerato. Los principios de la
Termodinámica. Complicando los procesos, desde la partida de billar, pasando
por el tenis, el fútbol, el tráfico, el crecimiento de las plantas, bacterias, movimientos sociales,
etc… ya son muchas variables causales y los efectos se escapan y para colmo
aparece la teoría del Caos y la física cuántica…
La pregunta es, ¿Hay algo
más? Y la respuesta del autor, en capítulos sucesivos, es sí, efectivamente,
hay patrones en el universo, que ensamblan la mente y la materia. El “paradigma
científico”, que impera en Occidente desde la ilustración, no sirve; pero eso
lo dejaremos para otra entrada sobre este tema.
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