Teatro
en San Esteban
La
Negra, La Moña e Iñaqui
El pasado
18 de Diciembre, un grupo de alumnos de la Escuela de Teología, Flora García
Peral, Fernando Santos, Manuel y Pedro Becerro, Y un profesor, el P. Juan
Huarte, dirigidos por Mª Ángeles Moreno Plaza, nos hicieron pasar una grata
velada, representando la obra “Algo para contar en Navidad”, de Jorge Díaz,
obra sencilla, de humor; pero con un trasfondo muy actual, a pesar que se
estrenó en los años 70. El argumento trata del caos producido ante la
inminencia de la representación de una obra, narrando la historia de la
Navidad, Los decorados no están listos, los actores no acuden, hay además
partido en la televisión, se funden los plomos, se caen los decorados… al final
una espectadora “medio tonta”, a los ojos de los que la ven trabajando en un
bar da la voz de alarma: una mujer, “la Negra”, pues vive de recoger carbón en
las vías del tren, está a punto de dar a luz. Nadie le presta atención, el
director, a pesar del caos, quiere terminar la función; pero otro personaje,
Blas, ayudado por “el Flaco”, consiguen que se fijen en ella. Otra vez “la Moña”,
interviene, ayudando a la “Negra” a traer su hijo al mundo. Hay un mensaje de
esperanza, la gente ha reaccionado, ante la necesidad de los últimos de la
sociedad y la reacción proviene de también los últimos. Una vez, se ha cumplido
la máxima evangélica: los últimos han sido los primeros.
Y
siguiendo con este hilo argumental, en mi felicitación de Navidad, he
reflexionado sobre esto que os cuento, realidad que se engarza en el argumento
de la obra. Me ha llamado la atención, cuando paseo por la calle la Rúa, unos
magníficos cuadros, dibujados en muros. Un día que salía de comprar un libro en
una conocida librería, saqué con el móvil la foto con la que he felicitado la
Navidad, que podéis ver al principio de esta entrada, de otro mural, que está justo enfrente de la librería.
Una
persona amiga, me ha comentado que el autor de los cuadros, se llama Iñaqui y
que lo conoce de Cáritas y que tiene problemas…
En uno de
los murales de la calle de Rúa, tiene puesto su número de teléfono móvil; pero
yo ni me he molestado en copiarlo, he pasado de largo. La misma historia, que
en la obra de teatro: las felices pascuas que decimos, suenan a hueco, a fórmula
hecha trillada, y en cierto modo hipócrita. ¿Dejamos a Dios, que haga lo que
tenemos que hacer nosotros? ¿No nos damos que lo que dejamos de hacer a Iñaqui,
a “la Negra”, a los indigentes, a los refugiados… no se lo hacemos a Jesús? No
olvidemos lo que dice Mt 25. Puede que algún día nos llevemos sorpresas
desagradables.
Muy bonito Pedro y muy buena reflexión. Deberíamos poner mas atención en lo que hacemos. Un abrazo.
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