La
búsqueda
No
hay nada que obstaculice más el hallazgo que la búsqueda.
Klaus
P. Medicus
Cuando
pierdo las gafas, me vuelvo loco buscándolas y a veces, he pasado por donde
estaban más de una vez y no las he visto. Otras veces “buscando” algo he
encontrado otra cosa, que daba por perdida.
Todos sabemos
cómo se descubrió la penicilina cuando no se estaba buscando. El Dr. Fleming buscaba
otra cosa; pero supo ver más allá de “lo que veía”. Eso nos falta muchas veces.
El otro día hablando con un amigo especialista en síntesis orgánicas, me comentaba que la mayoría de moléculas
que se obtienen para medicamentos, se encuentran de formas “casual”, cuando se
está buscando otra cosa. Eso sí, después de invertir talento, tiempo y dinero.
Estas
reflexiones nos deben servir, cuando nuestra vida es una búsqueda casi
continua, de “salud, dinero y amor”.
Salud, porque estamos continuamente
preocupados por chequeos, pruebas preventivas y curativas, alimentación sana,
etc. Bien está todo ello, ¿pero no sería mejor, dejar que la vida fluya “saludablemente”,
siendo esa nuestra meta, en lugar que sea la salud, en abstracto? Aquí también
la búsqueda puede interferir en el
hallazgo.
Dinero: “todos queremos más”, como decía
aquella antigua canción. ¿Para qué? Recuerden lo que decía Sabina: “es tan pobre
que sólo tiene dinero”, o el dicho
popular, “esos emplean tanto tiempo en ganar dinero, que no les queda para
gastarlo”. Yo a veces me pregunto ¿Qué tendrán en la mente esas personas, que
son capaces de arruinar empresas e instituciones, por “llenar el saco”?. El
profesor Luis Cencillo habla del “deseo incolmable”, de la naturaleza humana.
Hay una historia que a mí siempre me ha impresionado, la del Padre Cadete, que
vivió en el monasterio de las Batuecas. “Morituro satis”, era su lema, es
decir, “para el que ha de morir basta”, ¿Qué es lo que basta? Poca cosa, para él:
un libro para meditar, una escudilla donde poder alimentarse frugalmente y una
calavera para recordar el lema. ¡Qué lejos del deseo incolmable, que nos invade
hoy día!. Una vez más, la búsqueda nos pierde.
Amor: algunas
personas, tienen “hambre afectiva”, que
los psicólogos explican por la atención recibida en los primeros años de la
vida. Esa búsqueda, hace que la vida fluya en continua búsqueda de afecto, a veces,
donde parece que hay más luz, como en el cuento de Nasrudín, y no donde se ha
perdido, con la consiguiente cadena de fracasos amorosos, neurosis, etc. Aquí
se ve claro que la cita del principio no es tan paradójica, como pudiera
parecer a primera vista.
La física
cuántica afirma que la observación afecta al resultado, a nivel microscópico;
pero yo creo que a nivel existencial también. El evangelio es muy claro “buscad
primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”.
Pero ¡Ay,… el evangelio, yo no se lee! También
en los salmos encontramos: “Si el Señor no construye la casa, en vano se
afanan los albañiles” o “si el Señor no vigila la ciudad, en vano se
afanan los centinelas”
Podría
terminar con otra cita: “Siempre está presente todo. ¡La libertad de
elección es nuestra!”; pero si estamos ofuscados en la búsqueda de
algo, no vemos el resto, que es infinitamente más que lo que buscamos.
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