martes, 3 de diciembre de 2019


Amor incondicional

Ama a tu prójimo, como a ti mismo
Máxima evangélica


El día 22 de septiembre de este año, escribía yo en este mismo blog, el primero de cuatro artículos, en donde hablaba del libro “El proceso de la Presencia”. Si quieres verlo puedes encontrarlo aquí, en este enlace.
Ahora estoy escribiendo inspirándome en “la sesión octava” de este Proceso, que no es fácil. Yo mismo me sorprendo el haber llegado hasta aquí, desde el mes de agosto pasado, que comencé con decisión a hacerlo, en un segundo intento. El primero fue hace más de seis años y desistí. Espero terminarlo, pues me queda más de medio libro.
Pero mi intención es comentar la importancia de este apartado, que intentaré resumirlo con mis propias palabras. En efecto, la mayoría de nosotros tenemos un “yo infantil”, herido, lastimado que ha sido reemplazado por un “yo adulto”, que no es auténtico, que ve “normalidad”, donde no hay más que falsedad, hipocresía, etc… y para camuflar, silenciar o acallar al “yo infantil” se refugia en el “control” y la “sedación”, de ahí, toda la cadena de adiciones, manipulaciones, engaños, etc… en la que vivimos sumergidos, echando pestes del mundo, de la educación recibida, de la historia y achacándole a nuestros padres, los “traumas” que nos crearon en nuestra temprana infancia; pero yo pienso en los míos, por ejemplo, pobrecitos, ¡bastante tuvieron en sobrevivir en aquellos duros años de la primera posguerra, como para pensar en no traumatizar a sus hijos!. Michael Brown, ha dado en el clavo en esta sesión y para que veáis, que es puro evangelio lo que propone, os invito a léela. Al final tenéis el enlace; pero os advierto que para llegar a este punto, hay que leer y practicar unas 300 páginas y que quedan todavía muchas más. Yo simplemente doy gracias a Dios, por haberme topado con este libro en un momento, si no crítico, un poco especial de mi vida. Podéis leer aquí dicho apartado.

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