La soledad
Artículo aparecido hoy en “La posada del silencio”,
escrito por Isaura Díaz Figueiredo
Isaura Díaz Figueiredo |
La soledad ha sido ignorada incluso por los psiquiatras
hasta hace unas cuatro décadas. Ahora, es objeto de estudio de muchas
investigaciones, algunas de las cuales advierten de que la soledad puede llegar
a convertirse en una epidemia hacia 2030.
John Cacioppo,
profesor de Psiquiatría y Psicología y director del Centro Cognitivo de
Neurociencia Social de la Universidad de Chicago señala que «la soledad o la
percepción de estar aislado tiene consecuencias biológicas, cognitivas y de comportamiento llegando
a aumentar la posibilidad de muerte prematura en un 26%». Los estudios de
Cacioppo han demostrado que se asocia a malos hábitos de salud como el tabaco o
la falta de descanso. Pero también influye negativamente en importantes
procesos biológicos, provocando, por ejemplo, mayor tensión arterial o un
funcionamiento deficiente del sistema inmune. Pero ahí no acaba la lista: puede
contribuir a una serie de factores de riesgos físicos, psíquicos o
psicosociales incluyendo depresión, alcoholismo, pensamientos suicidas,
comportamientos agresivos o ansiedad. También puede provocar un deterioro
cognitivo o progresión del alzhéimer.
De
acuerdo a un meta-análisis realizado por la Universidad Brigham Young el riesgo
de muerte asociado a la soledad es comparable a otros factores identificados
por los Departamentos de Salud como la obesidad, el abusos de sustancias
o la contaminación. Cacioppo, que lleva años investigando la soledad, la
define como una percepción, un sentimiento que distingue del aislamiento
objetivo. Y es que la soledad no implica vivir ni estar solo. Si bien hay
evidencia de que suele darse en personas que viven solas, con escaso
contacto con sus familiares o amigos o que tienen conflictos de pareja.
Casi
todos piensan que la soledad afecta a los que viven solos pero se puede vivir
acompañado, incluso tener una familia grande y no sentirse arropado o querido.
Es
preocupante cuando se vive solo por imposición ya que puede conducir
al aislamiento. Este tipo de soledad, sobre todo en personas mayores, es
frecuente en nuestro país, 368.400 personas con más de 85 años viven
solas. Factor de riesgo muy clásica en España: una mujer muy mayor,
con cierta dependencia, que vive en un segundo o tercer piso sin ascensor y con
pocos ingresos. Esto es un pasaporte al aislamiento.
Relaciones
de calidad antes que cantidad
Si
la familia falla, lo que no se debe buscar es amigos en la amplia
red facebook, Instagran etc, sino compañía de calidad. “Hay
que rodearse de aquellos con los que puedas ser aceptado, reconocido y con
intimidad suficiente para poder compartir tus sentimientos, ya sean buenos o
malos”, sin intimidad se da lugar a relaciones superficiales.
Le
voy a relatar un cuento
ESDRAS…
El
ángel Esdras, aún no estaba listo para bajar a la tierra, le faltaba
experiencia en muchas materias que se enseñan en el cielo, y luego se imparten
en el planeta que habitamos los humanos. Sin embargo mucho antes de lo que
hubiera deseado, tuvo que emprender el viaje, una nube de algodón dorado le
esperaba. A Dios no importan palabras vacías: ¡deja que mañana!….o ¡espera un
rato! ¡Que son milenios para la eternidad! Cumples y punto…
Inexperto,
inseguro, tímido, pero con ansias de llevar a cabo la misión que el Jefe le
había encomendado –combatir la soledad- Había escuchado a los
mayores hablar de la soledad, pero no había prestado demasiada atención para
saber el verdadero significado.
-Esos
temas no son para juguetones angelitos como yo ¿Pero qué es “eso”?
¿Sería
algo malo? ¿Algo bueno? ¿Una cosa? ¿Un lugar? ¡Eso! ¡Seguro debía ser un
lugar!, pero… si así era ¿Dónde estaba? Lamento no haber sabido escuchar a
los mayores cuando hablan de temas que “los angelitos” no oímos. Si hubiera
prestado atención ahora sabría qué es la soledad y no me estaría haciendo estas
preguntas, mientras viajo a toda pastilla en novena.
-ufff-
casi me doy con una estrella fugaz.
Si
no lo había aprendido en el cielo, lo averiguaría en la tierra. De dónde él
venía, era difícil darse cuenta realmente de qué podía ser la soledad. Imaginó
entonces que era algo meramente humano y por esto, sólo entre los seres humanos
la podía encontrar. No se equivocó.
Sin
embargo, seguía desorientado y sin saber demasiado por dónde empezar la
búsqueda. Supuso que observar a las personas sería un buen modo de comienzo, en
eso se equivocó.
Desde
la copa de un árbol miraba los rostros de la gente, la mayoría no parecía muy
feliz. Y así durante días, pero se dio cuenta que no era suficiente el mirar
solo el rostro a las personas para saber que es –la soledad-, entonces amplió
su radio: escuchar y… ¡a escuchar se dispuso el angelito Esdras!
No
tardó demasiado en enterarse que significa -la soledad-, Al principio el
inexperto ángel estaba confundido. Parecía ser un estado, otras
veces un sentimiento y hasta un lugar, pues si
bien, no se trataba de un lugar fijo, mucha gente se había instalado en “ella”.
Tardó
en entender que la gente podía estar sola, aun estando acompañada de muchas
personas, como también le costó comprender que ciertas personas que no tenían a
nadie cerca, no se sintiesen solos
¿Dónde
se alojaba la soledad de la gente? ¿En sus hogares? ¿En sus mentes? Aunque esos
lugares, podían parecer los correctos, no lo eran.
Siguió
escuchando muy atentamente, y supo por fin que la verdadera soledad
se aloja en el alma de las personas. Entendió en ese momento por
qué la soledad no dependía de si las personas tenían alguien a su lado o no.
¿Cómo
ayudar entonces? Un ángel no podía convertirse en un amigo de juegos visibles,
puedo echarles una mano, tampoco en un hermano, o en un amor. No podía hablar,
y ser oído, ¡amigo, sí me importa lo que tienes para decirme! Nadie
podía oírle, ni verle.
El
ángel Esdras se sintió confundido, temía fracasar en la misión ¡ese
descenso antes de tiempo…! ufff ¿Qué voy a hacer?
Dios
nunca deja a nadie solo ante situaciones que no comprende, da pistas, que hay
que saber interpretarlas, y Esdras supo hacerlo, por lo cual no le
hizo falta subir nuevamente al cielo, para saber lo que el Señor esperaba de
él.
En
lo más profundo de su corazón supo que sí su misión era,
paliar la soledad de los seres humanos.
Sabré cómo llevarla a cabo.
Sabré cómo llevarla a cabo.
Como
ya había visto, la soledad más profunda se alojaba en el alma de
las personas, allí es donde debía actuar.
Y
fue así, como Esdras fue colocando un sueño en cada persona que realmente
estaba sola.
Un
sueño, acompaña, motiva, ilusiona, llena de esperanzas los corazones
vacíos. Colocaba diferentes tipos de sueños, grandes, pequeños, pretensiosos,
humildes…
El
ángel que ya no era ni tan inexperto, ni tan inseguro comprendió que los
seres humanos también tiene problemas para soñar y cuánto más grandes
son, el problema es más grande.
-Otra
complicación, es muy difícil vivir en éste planeta, ¡y la gente no quiere venir
el cielo! ¡bobos!, ¡bobos! Sí se está la mar de bien.
Y
aquellas personas a las que el ángel ayudó, ¡que fueron muchas!, muchas,
alojaron un sueño en su corazón, y su alma ya no estuvo vacía ni se
sintió sola nunca jamás. Aún mejor, la gran mayoría de esos nuevos
soñadores fueron capaces de conectarse con otros y sintieron así una
felicidad mayor, la de compartir un sueño, y en esos seres, la
soledad fue sólo un recuerdo lejano.
El
ángel, que no tenía compañía ninguna en la tierra, y que había
cumplido la misión para la que fue destinado a un Planeta lejano del cielo, no
quiso regresar, deseó experimentar que puede ser la
soledad para un ángel, era su gran desafío.
¡Ahhhh!
Dios se frotaba las manos de contento, al ver lo inteligente que resultó ser
Esdras.
Isaura Díaz de Figueiredo
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