lunes, 7 de mayo de 2018



Necesitamos ser Pacientes

Quisiéramos alcanzar nuestra autorrealización sin la realidad de nuestra situación vital o de nuestro entorno. Pero eso sólo se consigue embarcándose en la realidad que se nos ha fijado. Se trata de la transformación de nuestra realidad para que se llene más y más del espíritu de Dios.
Anselm Grün


Hace poco, estuve ayudando a sembrar patatas, en una pequeña huerta familiar. Iniciando así un proceso que va a desarrollarse a un ritmo lento, con vistas a unos meses para obtener la cosecha. La naturaleza no tiene prisa, es paciente. Recogeremos el fruto, después de haber pasado este proceso, a veces, con contratiempos, plagas, malas hierbas, tormentas… incluso puede ocurrir que la cosecha se pierda; pero lo que no podemos es perder la paciencia; sin embargo es lo que menos tenemos en la sociedad actual. Si queremos patatas no tenemos más que ir al supermercado y comprar por pocos euros unos kilos. Igual que con las patatas, ocurre con otros productos.
Y esta falta de paciencia, la observamos no solamente en las compras, sino en otras muchas facetas de la vida. Nadie quiere entrar por “la puerta estrecha”. Si es posible queremos ir por autopistas, por encima de la velocidad permitida. De esta manera, vivimos en una sociedad, inestable, líquida, en la que alcanzamos “todo”, al instante; pero perdemos lo más importante.
Si como dice un afamado poema, atribuido a Santa Teresa “La paciencia todo lo alcanza”, ¿Cómo es posible obtener “todo”, con la impaciencia? Aquí algo está fallando. Los libros de autoayuda, que hoy están tan de moda, nos ofrecen la felicidad a “golpe de clic”. Muchas veces los leemos, o mejor los devoramos, sin reflexionar, sin trabajar lo que dicen que hay que hacer. Tal vez “vendan humo”. Y nosotros lo compramos. Algún flautista, como el de Hamelin, nos está guiando hacia el abismo. ¿Pesimismo? Tal vez; pero realismo es pensar en la siembra y en la cosecha. Hace poco he escuchado esta conferencia en YouTube y la conclusión que saco es que esta corriente, se está llevando muchas cosas, demasiadas. La corriente es muy fuerte y si no nos agarramos a algo nos puede llevar también a quienes parecía que estábamos a salvo.
En estos días  de comienzo de Mayo, tradicionalmente, se celebraba la Exaltación de la Santa Cruz, que no es un signo de derrota, sino de triunfo y de victoria. Dice Jesús: “El que quiera seguirme cargue con su cruz”. Por eso, si notamos que esta corriente nos arrastra, agarrémonos a la Cruz, y de esta forma estaremos a salvo.
         Anoche andaba yo leyendo el libro “Cómo podríamos vivir. Actitudes que cambian el mundo” de Anselm Grün (Sal Terrae) y en la pág. 123, me encontré con la cita del principio, dentro del capítulo 24, titulado “Paciencia”, y el día anterior, escuchaba por YouTube la conferencia. Estos dos acontecimientos, me han hecho abrir los ojos y me he dado cuenta que no hay atajos, ante los problemas que nos plantea la vida. Hay que afrontarlos de frente. Hay que sembrar y esperar, preparar el terreno, abonar, podar, quitar malas hierbas, regar, combatir plagas y confiar en la Divina Providencia. No olvidemos: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles”.
La cosecha puede ser buena o mala, eso sí me permitís es secundario. Lo importante es que si hemos confiado, sea cual sea el resultado de nuestra labor, hemos cumplido la voluntad de Dios, como San Felipe Neri, que rezaba por las noches “Gracias Señor, porque las cosas no han salido como yo esperaba. Eso quiere decir que se ha cumplido tú voluntad”. Eso necesita mucha fe, por supuesto, que la mayoría no tenemos; pero si sabemos de quien nos fiamos, podemos estar seguros: nos exige solamente, que nuestra fe sea como un “granito de mostaza”. Con esta fe, afrontemos los retos de la vida, con paciencia y tendremos la esperanza de que el Señor nos llevará por el camino recto, camino de caridad. Y ya está.

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