miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Por qué la luz no dobla las esquinas?
-4a-

 Si la luz es conjunto de partículas en expansión, entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la unidad, de la presencia viva, de la filiación de la concreción en la carne, en la carne de Alguien y de algunos (Jn, 12-14). Luego…
J. A. Solórzano, pág. 14 de este libro


La tercera parte de este libro de J.A. Solórzano, tiene por título “La luz corpuscular” y comienza con tres citas, de las que citaremos la siguiente, de H. Hesse, del  juego de los abalorios:

… Congregaciones como los benedictinos, los dominicos, los jesuitas más tarde, etc., que tienen varias centurias y que tras tantos siglos, han conservado su cara y su voz, sus gestos, su alma individual, a pesar de tantos desarrollos, corrupciones, adaptaciones y violencias, vienen a constituir el fenómeno más señalado y asombroso de la Historia.

Consta esta parte de tres capítulos, de los cuales el primero, titulado “La claridad de una intuición alternativa”, narra la vida de Santo Domingo de Guzmán, advirtiendo en la página 69, en que comienza este capítulo: “…quiero volver sobre el pasado de mi Orden y así comprender mejor las coordenadas presentes y revitalizar, si se puede, el futuro. Mirar  la historia… no significa reproducir sus vivencias…  anclarse a posturas conservadoras… Más bien lo contrario: miramos al pasado para aprender su lección, analizar logros y fallos, conservar lo fundamental de las esencias primeras y vivirlo en la novedad de cada día, de cada país y de cada coordenada histórico-cultural.
No es fácil volver la mente… al convulso siglo XIII. Todo estaba transformándose… Era el final de una época en la que no todo había sido oscuro, pues había estado gestándose durante siglos la nueva Europa que pujaba pletórica de vida en el nuevo arte gótico, las universidades, nuevas rutas comerciales y nuevos planteamientos filosóficos y teológicos…”

Durante casi seis páginas glosa la vida de Santo Domingo, hasta llegar al 6 de agosto de 1221, en que Domingo se encuentra en Bolonia para asistir al segundo Capítulo general de la Orden. Está agotado y el calor es intenso. Los frailes lo llevan a una abadía benedictina, en un ambiente más fresco. Hace confesión general, quedando los frailes admirados de su limpieza de vida. Lo colocaron en una camilla para llevarlo a su convento, pues según las normas, si moría en esa abadía debía ser enterrado allí.
Termina el capítulo con la siguiente frase: “La tradición recoge sus últimas frases: “¡No lloréis por mí! Después de mi muerte os seré de más utilidad y podré atraer sobre vosotros más bendiciones que durante el trascurso de mi vida”
Nuestros ocho siglos de servicio a Dios y a los hombres lo atestiguan”

El segundo capítulo de este apartado, se titula “Domingo de Guzmán en el cénit de mi juventud”,  comienza con una cita de A. M. Carré, de la que extraigo lo siguiente: 

“…hablamos hoy por la misma razón que San Agustín hace catorce siglos y que Newman y el P. Lacordaire, hace cien años… me siento en comunión con los hermanos más jóvenes… y ayer y anteayer con los que tenían entonces  mi edad actual. Hacemos existir la palabra por idénticos motivos.”

En la página 78 afirma de Domingo, que su vida apostólica fue tan intensa, que apenas le quedaba tiempo para escribir. Lo que sabemos de su talante espiritual y de su rico mundo interior es gracias a  Jordán de Sajonia, sucesor suyo y con el que mantuvo un trato entrañable y confianza mutua, y que unos años después de su muerte compuso un pequeño libro sobre “Los orígenes de la Orden de predicadores”.

Y más adelante Solórzano escribe “Un día Jesús formuló a sus amigos una pregunta clave y cuyo eco no ha dejado de oírse a través de la historia de la cristiandad: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yos?”…  
Han pasado los siglos, y los cristianos seguimos intentando responder con la vida a esa crucial pregunta. Con Domingo podríamos hacer otros tanto, a sabiendas de que él nunca  [lo] hubiera preguntado, porque a él lo que le importaba era el seguimiento y predicación de Jesucristo” y en la página 79:  “Muchas veces… suelo preguntar, no sin cierta ironía “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de Jesús, si le hubiéramos conocido, escuchado, visto actuar, ¿le hubiéramos seguido?...Creo que con Santo domingo,… la pregunta puede ser proporcionalmente válida: ¿seríamos dominicos, si le hubiéramos conocido?...”

Siguiendo leyendo el capítulo, no sé qué párrafo tomar para este sencillo resumen, pues todos tienen un gran interés. El capítulo no tiene desperdicio. En la página 80, Solórzano afirma que de Domingo le gustó, que era castellano y en la página 81: “Me deleitó saber… que comenzó su vida sacerdotal con serenidad, sin grandes alardes apostólicos ni arrebatos de celo sublimes… Salir del enclaustrado mundo de Osma para comenzar a itinerar por otras tierras llenas de riesgo y aventura humana y eclesial…” Y más adelante: “He visto en él una enorme capacidad de escucha y un poner todo su tiempo a disposición de los demás… sin escatimar esfuerzos, para la verdad de Dios… Él buscaba junto a Jesús, a la persona y no su influencia y posición social.”
En la página 82 es muy importante, el siguiente párrafo: “Domingo era muy relativizador de las normas; su “ley de la dispensa” es una muestra de ello. Celoso por el espíritu de las prescripciones, pero más pendiente aún del cuidado y vivencia interior, sabiendo supeditarlas a las necesidades del prójimo. Hombre despierto, prudente sin la prudencia de los astutos y sagaces; cauteloso, más bien; con una cautela propia del castellano que tarda en pronunciarse hasta ver con claridad. Atractivo y atrayente por su coherencia y reciedumbre. Alegre, sin simpatía superficial.
Hombre, en suma.
Creyente en consecuencia.
Santo, en definitiva.

Termina Solórzano el capítulo, con esta frase de gratitud: “Hoy pasados los años, consciente de mis fallos e infidelidades, hago gala con orgullo filial de ser descendiente de Domingo de Guzmán”


Este apartado termina con el capítulo titulado: “Un poco de luz… y basta”, que por ser bastante extenso, lo dejaremos para la próxima entrada

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