lunes, 30 de enero de 2017

¿Por qué la luz no dobla las esquinas?
Introito
No voy a explicar por qué. Me gustaría.
Tal vez en otra “encarnación”, sea un gran físico,
 cosa que no he podido ser en esta.
Entonces sí, os lo prometo.


Lo que voy a hacer es comentar algunas ideas que me llaman la atención del libro con este título de J.A. Solórzano. Gran libro este de la Editorial San Esteban. Para empezar, es original, la forma en que al autor le dio la idea del título del libro. Lo cuenta en el capítulo primero: “El paisaje con la luz del alba”, en la página 13: “Iba en autobús desde Santander a Oviedo. En el asiento de adelante, un muchacho… y otro menos joven… coinciden… comienzan una conversación… abordan temas en torno científico, pseudo-científico, esotérico, mágico… opinaron sobre el cosmos, el espacio, el tiempo… Yo agudizaba mi maltrecha audición... y Dios no tardó en salir a “re-lucir”… Y en un momento dado, el que parecía profesor de química le dice al más joven: “Una de las cuestiones que aún no se han resuelto en el mundo de la física es por qué la luz no dobla las esquinas…
En la siguiente página, hace una preciosa analogía entre la naturaleza ondulatoria y la naturaleza corpuscular de la luz con el evangelio de Juan. Merece la pena trascribirla:
Ø Si la luz está compuesta y se trasmite por “ondas” expansivas como el sonido, entonces tiene la fuerza de la palabra, de la Palabra iluminadora, de la Palabra hecha luz, de la Luz hecha Palabra en medio de las tinieblas (Jn. 1,9). Luego…
Ø Si la luz es conjunto de partículas en expansión, entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la unidad, de la presencia viva, de la filiación, de la concreción en la carne, en la carne de Alguien y de algunos (Jn. 1, 12-14). Luego…
Quedan las “relaciones de incertidumbre”. ¿Qué es la vida sino una acción continua de relaciones?...
Termina el capítulo con el siguiente párrafo: “Desde ahí, cualquiera que sea la situación, poco importa que la luz doble o no las esquinas. Nosotros nos ponemos bajo la luz de la Palabra, en el jugo, nunca fácil, de los claroscuros de la fidelidad”.

Y con los siguientes versos de Antonio Machado:

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
Porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
Y no llega la mar a tu galera,
Aguarda sin partir y siempre espera,
Que el arte es largo y, además, no importa

Ya lo decía, añado yo, Santa Teresa: “la paciencia todo lo alcanza
Para terminar, comento: “continuará” y si queréis ampliar, aquí tenéis el libro, aunque mejor sería tener la suerte de ojearlo en papel, que amarillee, que se pueda oler, subrayar, releer, saborear…

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