domingo, 18 de octubre de 2020


 Decidir con lucidez

“A veces es tu piloto automático quien decide, impulsado por tus hábitos, tus creencias,tus condicionamientos y tus impulsos. Tu capacidad de discernir se ha “mermado” por la fuerza del hábito. Has soltado el timón, tu intelecto está anestesiado,has perdido el timón y manda la mente.¿Qué es lo que te ayudará a discernir con claridad? Plantearse preguntas sabias te ofrece perspectivas más amplias”
Miriam Subirana en Serenidad mental–decide con lucidez. Pág. 23 
La otra tarde, se me ocurrió dar una vuelta por la sección de libros del corte Inglés y me compré ese librito, que cito, que puede ser un poco el “aceite que lubrifica” nuestra mente bastante maltrecha, pues a lo expuesto en la cita anterior, hay que añadir la situación creada por la pandemia de lo que han llamado covid-19 y al entorno mediático que se ha creado, al peligro real que supone el contagio, con la incomodidad del uso de la mascarilla, con el desbarajuste político entre unos gobernantes y otros, la incertidumbre del futuro, que crea falta de ilusión y de perspectivas; Sin embargo las tareas siguen estando ahí y hay que resolverlas y resolver tareas, implica tomar decisiones y si son muchas tareas, la primera decisión es ¿Por dónde empiezo?. Podría ser la primera pregunta. Luego una vez decidido por donde comenzar, ya vienen las otras preguntas. Podrían ser las típicas ¿Cómo, cuándo y por qué? Refiriéndome sólo a las tareas pendientes, no tiene mucho sentido ni el cuándo ni él porqué, en efecto, una vez discernido por dónde empezar, lo único que importa realmente es el cómo llevar a cabo la tarea. El cuándo es ya y por qué ya lo sabemos. Estas dos últimas preguntas, habría que dejarlas para otras decisiones. Y en eso estamos. El siguiente apartado de esa misma página del libro, desarrolla más este tema de las preguntas, que desgraciadamente no solemos hacer, puesto que nuestra vida no pocas veces, funciona como un motor al que le falta la lubrificación y esos motores acaban “gripándose” no hay forma de volverlos a poner en marcha, si no es con una profunda reparación o cambiándolo por un motor nuevo. Una buena “lubrificación” para nuestra mente es la meditación y la oración confiada. El “nada te turbe”, que decía nuestra Santa castellana. Poco más puedo añadir, teniendo además en cuenta que no soy un ejemplo para este tema, ya que uno de mis peores hábitos es la procrastinación, que si no lo sabéis es “dejar para mañana lo que tienes que hacer hoy”. Otro de los problemas que se presentan en el discernimiento, son las “interferencias”, que se presentan cuando tratamos de decidir algo importante; pero ese tema es lo suficientemente importante, como para dedicarle una entrada. Por ello, por ahora no voy a tocarlo.

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