¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?
Ken
Wilber,… afirma que el escenario espiritual
de los últimos años en Estados
Unidos
ha tenido el peligro de ser una pura regresión narcisista.
El único
objetivo era sentirse bien
Anselm Grün
Con
el título de esta entrada, lo lógico hubiera sido poner, como cita inicial, la
famosa cita evangélica del joven rico; pero existe el peligro, que la
malinterpretemos, con la historia del vaciamiento, para… sentirnos bien, cuando
el vaciamiento, en el evangelio significa todo lo contrario: salir de nuestra
zona de confort y partir al encuentro del hermano, sobre todo, al que tiene
hambre, sed, está perseguido, etc… pero dejemos el evangelio y procuremos
aterrizar en nuestra vida del día a día.
La cita que he puesto al principio es del
libro “Encuentra tu equilibrio interior”
de Anselm Grün, Sal Terrae 2008, está en la página 38, al principio del
capítulo titulado Configura el mundo; pero no permitas que te absorba.
El benedictino Anselm Grün, es un terapeuta
jungiano y por ello se ve la dualidad, en sus escritos A; pero B, que es como
comienza el título de la mayoría de los capítulos de este libro. Merece la pena
que tomemos de este capítulo algunas notas; pero antes, debo corregir que el
título de esta entrada debe ser ¿Qué
tengo que hacer para que este mundo sea “sólo” un poco mejor? La vida
eterna la alcanzaremos, o ya estamos en ello; sin embargo algo hay que hacer,
no quedarnos como las “vacas mirando al tren”, mirándonos el ombligo y voy a
coger aliento, siguiendo la cita inicial de la citada página: “Pero de semejante espiritualidad, que
prescinde de todo lo demás y sólo se mira a sí misma, no emana ninguna fuerza
para nuestro mundo. Las personas que cultivan esa clase de espiritualidad… sólo
buscan su propio bienestar, pero no tienen ninguna energía para configurar este
mando…. Quien sólo se aferra a sus experiencias no puede desprenderse, no es
libre para implicarse en el mundo y sus problemas…. Sólo quien va más allá de
su ego y entra en contacto con su fundamento interior experimenta la auténtica
libertad. Y desde esa libertad puede comprometerse también a favor del mundo.
También el cristianismo como religión de la encarnación ha estado siempre inmerso siempre en este mundo. Ha contribuido a darle forma. Con todo Pablo señaló que la figura de este mundo pasa. Esta perspectiva lleva a aceptar que nuestra actividad en este mundo se encuentra siempre bajo reserva” Esto es importante, pues podemos salir de un ego, para meternos en otro, del engreimiento y pensar que somos maravillosos y no es eso. Termina el párrafo: “Pese a todo, nuestra tarea consiste en colaborar con la configuración de este mundo. No podemos dispensarnos de nuestra responsabilidad en él”. ¿Cómo? No está mal hacernos esta pregunta, aunque no sea fácil la repuesta.
El otro día, mientras contemplaba la puesta
de sol, sobre los tejados en frente de mi casa, leía yo este capítulo y decidí
escribir un borrador comentándolo. Lo titulé
¿Mi vida contribuye a disminuir la entropía del mundo?; pero después he
pensado que no vale la pena intentar contestar a esa pregunta. Ciertamente cada
uno de nosotros contribuye a crear desorden en el mundo; pero también orden. Recordemos, como creo que he
escrito en algún sitio de este blog, que el orden-desorden es una paradoja,
según explica Natán Schwarz-Salant en el
libro “La paradoja orden-desorden” de Ed. Obelisco. En ese borrador, aludía a
los tópicos, que no cabe duda que tenemos obligación moral de cumplir: ahorrar
agua, ahorrar energía, procurar no usar el coche, etc. Y también hacía la
reflexión de que estamos “teledirigidos”, pues es sabido quien ostenta casi toda la riqueza de la tierra, por ello,
hemos de ser muy críticos con lo que hacemos en la vida, no vaya a ser que sin
darnos cuenta, seamos una oveja más del rebaño, pastoreado por vete tú a saber quién,
cuando en realidad, nuestro único pastor debe ser “El buen Pastor”, que ya sabéis quien es y si no leed el salmo 23: “Yo
soy el buen pastor…” y como esto, se puede alargar demasiado, por no cansaros,
voy a cortar aquí y seguir este tema en otra entrada; pero antes, voy a
copiarme a mí mismo, el párrafo con el que empiezo lo escrito en el
borrador: “¿Mi vida contribuye a disminuir la entropía del mundo? Depende en cierto modo del “centro”
que haya elegido, al que aludía en la
entada anterior. ¡Qué bonito queda elegir como centro a Cristo!; pero surge
inevitablemente una pregunta: ¿Soy consciente de que elegir como centro a
Cristo es la antítesis del narcisismo?”, y así queda otra vez la pregunta
en el aire, que intentaré responder, aunque no lo consiga en otra entrada.
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