lunes, 28 de enero de 2019



Ángel Carril

«La religión católica siempre distinguió entre dos formas de espiritualidad capaces de elevar al ser humano por encima de las cosas. El misticismo, acentuando la negación de aquellas mismas cosas y utilizando la mente para penetrar directamente en esa “niebla en que se cierne la divinidad”, según palabras de Dionisio Cartujano, y el ascetismo, utilizando el esfuerzo personal para ascender progresivamente a los grados sucesivos de perfección que llevarán al individuo hacia su meta última. Ángel Carril siempre pareció un asceta, convencido de que el trabajo y sus resultados purificaban y elevaban el espíritu por encima de la realidad
Del editorial de la revista  Parpalacio nº 91, 
de la fundación Joaquín Díaz




El pasado día 23 de enero, tuve el honor de vivir una “sincronicidad” o “diosidencia” (Dios hace las cosas, que decían en mi pueblo), y fue encontrarme con Charo, antigua compañera y siempre amiga, que me comunicó la buena nueva, que Joaquín Díaz, le dedicaba  el editorial de la revista de su fundación a Ángel Carril.
En la cita inicial, se ve el trabajo espiritual, que sin duda le inspiró el trabajo material, que fue una obra titánica, de una persona entregada en cuerpo y alma a su trabajo de recopilación del folclore salmantino. Aquí realmente se cumple el “ora et labora” de san Benito, no al estilo de los monjes, sino al estilo de alguien que aglutina su quehacer diario, con el impulso espiritual que dirige su vida. Me atrevo a decir, que fue una persona que alcanzó la “individuación” de la que habla C. G. Jung.
 Su trabajo se podrá ver en Wikipedia. En el editorial de la revista Parpalacio nº 91, de la fundación J.D., un gigante del folclore, Joaquín Díaz, nos descubre a otro gigante, Ángel Carril. Podéis leerlo aquí.
Poco puedo añadir yo, salvo mi admiración a Ángel, del que conservo en la memoria, dos gratos recuerdos, uno en el día de Corpus en La Alberca, no puedo precisar el año; pero fue en los 90 del pasado siglo y otro, en un concierto sobre música sefardí, en la que nos regaló unas hermosas canciones.
Y ya está, sirva esta pequeña entrada como homenaje a él, como investigador incansable de nuestro folclore, tesoro que no podemos perder.

miércoles, 23 de enero de 2019


Continuando…

En el trasfondo de las obras más importantes de J. B. Metz… late la convicción de que "no se puede salvar sentido alguno a espaldas de Auschwitz". El nombre del campo de exterminio polaco, más que el lugar de una catástrofe, es el símbolo del "dolor silente de todos los pobres y explotados del mundo".
Reyes Mate en un artículo de EL PAIS de 1986



Después de reflexionar sobre la situación del mundo, de nuestro país, de nuestro entorno y leer el artículo, del que he sacado la cita inicial, y que podéis leer aquí estoy pensando en romper el borrador, que pensé publicar hace tres días; pero, no lo haré, sino que me servirá de contraste, en el claroscuro del mundo y de la vida. Ya sabéis que no hay luz ni oscuridad, sólo una mezcla de ambas, un conjunto infinito de grises.
Escribía yo en unas hojas desechables, cuando se ponía el sol: “¿Para qué digo que me centro en Cristo, cuando mi actitud es la misma que la del joven del evangelio, que se marchó entristecido porque no era capaz de desprenderse de lo superfluo? Esta es la cruda realidad. Ahora bien, teniendo en cuenta que las cosas son como son y la sociedad es como es y no como nos gustaría que fueran, es necesario volver a plantear la pregunta ¿Qué puedo hacer?” Hasta aquí parte del borrador. Ahora bien, La repuesta puede ser, nada, echarme las manos a la cabeza o algo más creativo. Me viene a la memoria, lo que leí hace unos años en el libro “El equilibrio entre el cielo y la tierra” del analista junguiano Robert A. Johnson, en la página 70, cuando era vigilante forestal, en Estados Unidos, durante la segunda guerra mundial: "…cuando llegamos al lugar del fuego, estábamos sin herramientas, porque el conductor de la camioneta que las llevaba, se había despistado y no llegaba. Nos quedamos allí impotentes, sin una sola pala con la que atacar las llamas. El jefe al ver nuestra actitud, nos increpó:
“No os quedéis ahí, niñatos, ¡haced algo!, siempre hay algo que se puede hacer, aunque sea ¡mearos en él!”...
Eso nos hizo reaccionar y salir de nuestra pasividad,… aunque las medidas no surtieron efecto,… precisamente entonces llegó la camioneta con las herramientas y conseguimos controlar el fuego…
Sí, siempre hay algo que se puede hacer en cualquier situación, no importa lo pequeña que sea la acción. Apliqué ese importante hecho y lo he aplicado el resto de mi vida”
Así pues, respondiendo a la pregunta ¿Cómo puedo hacer que mi vida no contribuya a aumentar la entropía del mundo? La respuesta es tópica: ahorrando, en calefacción, gasolina, etc… que no sirve para nada ¿O sí?, nada si lo hago yo solo; pero ya sabéis el refrán: “grano no hace granero; pero ayuda al compañero” y en el Cálculo Infinitesimal, la suma (integral) de infinitos infinitésimos (cantidad sumamente pequeña) puede dar un resultado finito y… a veces infinito.
Pero eso, con ser importante, no lo es todo. Lo más importante es ¿Cómo debo vivir para que mi centro sea Cristo? Y esto es lo que debe interpelarme. Puedo tomar nota de Mateo 25.
Y si nuestra desesperación llega a cotas insoportables, podemos tomar la actitud de J. B. Metz, llamar a Dios, “aunque sea por señas”, es decir esperar a la camioneta con las herramientas; pero de forma activa, no pasiva.
¡Maranatha!, ¡Ven Señor Jesús!, como termina el Nuevo Testamento

martes, 22 de enero de 2019


¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?

Ken Wilber,… afirma que el escenario espiritual 
de los últimos años en Estados Unidos
ha tenido el peligro de ser una pura regresión narcisista. 
El único objetivo era sentirse bien
Anselm Grün


         Con el título de esta entrada, lo lógico hubiera sido poner, como cita inicial, la famosa cita evangélica del joven rico; pero existe el peligro, que la malinterpretemos, con la historia del vaciamiento, para… sentirnos bien, cuando el vaciamiento, en el evangelio significa todo lo contrario: salir de nuestra zona de confort y partir al encuentro del hermano, sobre todo, al que tiene hambre, sed, está perseguido, etc… pero dejemos el evangelio y procuremos aterrizar en nuestra vida del día a día.

La cita que he puesto al principio es del libro “Encuentra tu equilibrio interior” de Anselm Grün, Sal Terrae 2008, está en la página 38, al principio del capítulo titulado Configura el mundo; pero no permitas que te absorba.

El benedictino Anselm Grün, es un terapeuta jungiano y por ello se ve la dualidad, en sus escritos A; pero B, que es como comienza el título de la mayoría de los capítulos de este libro. Merece la pena que tomemos de este capítulo algunas notas; pero antes, debo corregir que el título de esta entrada debe ser ¿Qué tengo que hacer para que este mundo sea “sólo” un poco mejor? La vida eterna la alcanzaremos, o ya estamos en ello; sin embargo algo hay que hacer, no quedarnos como las “vacas mirando al tren”, mirándonos el ombligo y voy a coger aliento, siguiendo la cita inicial de la citada página: “Pero de semejante espiritualidad, que prescinde de todo lo demás y sólo se mira a sí misma, no emana ninguna fuerza para nuestro mundo. Las personas que cultivan esa clase de espiritualidad… sólo buscan su propio bienestar, pero no tienen ninguna energía para configurar este mando…. Quien sólo se aferra a sus experiencias no puede desprenderse, no es libre para implicarse en el mundo y sus problemas…. Sólo quien va más allá de su ego y entra en contacto con su fundamento interior experimenta la auténtica libertad. Y desde esa libertad puede comprometerse también a favor del mundo.

También el cristianismo como religión de la encarnación ha estado siempre inmerso siempre en este mundo. Ha contribuido a darle forma. Con todo Pablo señaló que la figura de este mundo pasa. Esta perspectiva lleva a aceptar que nuestra actividad en este mundo se encuentra siempre bajo reserva” Esto es importante, pues podemos salir de un ego, para meternos en otro, del engreimiento y pensar que somos maravillosos y no es eso. Termina el párrafo: “Pese a todo, nuestra tarea consiste en colaborar con la configuración de este mundo. No podemos dispensarnos de nuestra responsabilidad en él”. ¿Cómo? No está mal hacernos esta pregunta, aunque no sea fácil la repuesta.

El otro día, mientras contemplaba la puesta de sol, sobre los tejados en frente de mi casa, leía yo este capítulo y decidí escribir un borrador comentándolo. Lo titulé  ¿Mi vida contribuye a disminuir la entropía del mundo?; pero después he pensado que no vale la pena intentar contestar a esa pregunta. Ciertamente cada uno de nosotros contribuye a crear desorden en el mundo; pero  también orden. Recordemos, como creo que he escrito en algún sitio de este blog, que el orden-desorden es una paradoja, según explica  Natán Schwarz-Salant en el libro “La paradoja orden-desorden  de Ed. Obelisco. En ese borrador, aludía a los tópicos, que no cabe duda que tenemos obligación moral de cumplir: ahorrar agua, ahorrar energía, procurar no usar el coche, etc. Y también hacía la reflexión de que estamos “teledirigidos”, pues es sabido quien ostenta  casi toda la riqueza de la tierra, por ello, hemos de ser muy críticos con lo que hacemos en la vida, no vaya a ser que sin darnos cuenta, seamos una oveja más del rebaño, pastoreado por vete tú a saber quién, cuando en realidad, nuestro único pastor debe ser “El buen Pastor”, que ya sabéis quien es y si no leed el salmo 23: “Yo soy el buen pastor…” y como esto, se puede alargar demasiado, por no cansaros, voy a cortar aquí y seguir este tema en otra entrada; pero antes, voy a copiarme a mí mismo, el párrafo con el que empiezo lo escrito en el borrador:  “¿Mi vida contribuye a disminuir la entropía del mundo? Depende  en cierto modo  del “centro que haya elegido, al que aludía en la entada anterior. ¡Qué bonito queda elegir como centro a Cristo!; pero surge inevitablemente una pregunta: ¿Soy consciente de que elegir como centro a Cristo es la antítesis del narcisismo?”, y así queda otra vez la pregunta en el aire, que intentaré responder, aunque no lo consiga en otra entrada.

miércoles, 16 de enero de 2019


El centro

Al principio de  la Edad Media, los cristianos se situaban con Cristo en el centro y los cuatro evangelistas, o sus símbolos en los puntos cardinales.
C.G. Jung, El secreto de la flor de oro. Pág. 39



En la entrada anterior, veíamos como, siguiendo la estrella llegamos a encontrar al Niño, en el que Cristo se encarna; pero a veces, las señales no son tan visibles, o estamos cegados y no las podemos ver. Por eso, desde la periferia y nuestro descentramiento, intentamos entrar en el centro o “castillo interior”, al que aludía Santa Teresa. Eso a veces y casi siempre es un laberinto, a no ser que nos olvidemos y nos preocupemos sólo del “partidazo” o leamos “novelas del oeste” (que creo que ya no están de moda) o encendamos la televisión-basura, que tanto da.

Pero a mí me interesa entrar al “castillo” y  encontrar el centro. Jung, en el citado libro propone hacerlo mediante el “mandala”, y volvemos al libro citado al principio, a la pág. 39: “Si las fantasías son dibujadas, surgen círculos que pertenecen principalmente al tipo llamado mandala. Mandala quiere decir círculo, en especial círculo mágico… En su mayor parte, los mandalas tienen forma de flor, cruz o rueda, con una clara propensión al cuatro, que recuerda la tetraktys pitagórica…” y más adelante, en la página 43: “…todo lo periférico es subordinado al comando  de lo central… Psicológicamente, ese curso circular sería un “dar vueltas en círculo entorno a sí mismo”, con lo cual evidentemente quedan implicados todos los aspectos de la personalidad”. De esta manera, llegamos  alcanzar el centro, como la bola que cae en espiral por la superficie cónica, interior e un embudo, hasta entrar en el agujero del mismo. Y en la misma página y la siguiente,  cuenta la experiencia de Edward Maitland: “…que al reflexionar sobre una idea, se hacían visibles, por decirlo así, ideas afines en largas series, aparentemente hacia atrás hasta su misma fuente, …  el espíritu divino…  con gran fatiga lo logré… Al comienzo sentí como si subiera una larga escalera desde la periferia al centro de un sistema, que al mismo tiempo era el mío propio, el solar y el cósmico. Los tres sistemas eran diferentes, y sin embargo idénticos… por fin, con una última fatiga… logré concentrar los rayos de mi conciencia sobre el ansiado punto focal”.



La conclusión que saco yo particularmente, es que una forma de encontrar el centro es reflexionando, sobre nuestra vida; pero no de una forma atormentada y minuciosa, sino dejando que el subconsciente actúe y mientras tanto dibujar, un mandala, que nos irá conduciendo poco a poco al centro. Particularmente todas las mañanas me gusta dibujar uno, como el que pongo aquí, que lo dibujé ayer. Hoy por cierto no lo he hecho; pero  además y esto es lo más importante: como hemos crecido en una cultura católica, y  si no hemos tirado esas enseñanzas por la borda y no las hemos adecuado a lo que realmente significa, tener a Cristo, por centro, como hacían los cristianos en la Edad Media, nuestro objetivo es “Cristo-centrarnos” y ya está, El guiará nuestros pasos. ¿Cómo?; pues allá cada uno, no hay un único camino. Yo sé uno, que tal vez sea el mejor:  La Eucaristía. ¡Qué mejor mandala que la custodia con la Sagrada forma en el centro!, pero la propuesta es que nos convirtamos en custodias vivientes y que Cristo esté en nuestro centro

lunes, 7 de enero de 2019


Los Reyes Magos

Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Del evangelio de Mateo


Alguien ha dicho, que el proceso de búsqueda dificulta el encuentro; pero en este caso no, pues la búsqueda está guiada por una señal, una luz, una estrella, que al final conduce al destino, al centro,  a la transformación alquímica de nuestra alma, a lo que C.G. Jung llama “el proceso de individuación”. Ando yo ahora leyendo el libro  C. G. Jung y la tradición hermética”, que ya cité en la entrada anterior de este mismo blog y no me resisto a reproducir aquí una cita de Jung, que aparece en el citado libro, al comienzo del capítulo de dicado a este tema, en la página 57: “Tuve que dejarme arrastrar por esa corriente, sin saber a dónde me conducía. Sólo cuando comencé  a dibujar mandalas vi que todos los caminos que emprendía y todos los pasos que daba conducían de nuevo a un punto, concretamente al centro. Es la expresión de todos los caminos. Es el camino que lleva al centro, a la individuación…. Vi claro que objetivo del desarrollo psíquico es el Si-mismo. No existe un desarrollo lineal, sólo la Circummanbulatio de uno mismo”.
Y me fijo en la frase: “No existe un desarrollo lineal”, pues “alcanzar el centro”, o la individuación, es algo más que la simple conversión, a mi modo de ver, que puede ser reversible. Fructuoso Mangas, en el sermón de los Reyes Magos, nos propone “7 pasos 7”:
1.     Expectación,
2.     Discernimiento
3.     En camino
4.     Con preguntas
5.     Reconocimiento
6.     En adoración
7.     De vuelta (por otro camino)
Yo pienso en que la figura de los Reyes Magos, es un potente  arquetipo y por eso, cuando desencantamos a los niños, diciéndoles que son los padres, no actuamos bien, ya que sean los padres, los abuelos… o quien sean quien dan los regalos, estos son meros agentes pasivos, de otra realidad mucho más profunda; pero no visible a los ojos humanos. Recordemos lo del Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
Muchas son las ideas que me vienen en esta fiesta de la Epifanía del Señor, que hemos convertido, en esta sociedad de consumo que nos ha tocado vivir, en la “fiesta de los regalos”, con lo que nos quedamos, sólo “mirando al dedo”, que nos señala la luna. Cabe pues preguntarse, ¿por qué la fiesta de los regalos? Y la respuesta posiblemente vaya en sentido contrario y ahora me fijo en lo que dice Enrique Martínez Lozano, en su comentario al evangelio de este día: El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos”.
Lo que quiere decir, que la fiesta de los regalos hay que verla, desde el punto de vista del dar, no del recibir, esto lo hacen muy bien los padres, aunque los niños no lo entiendan todavía. Hay que hacerse muy niño, tal vez ser diez veces un niño de siete años, para entenderlo. Cuando damos, adoramos al niño Dios, al que la estrella, nos ha guiado, hemos encontrado el centro, le damos el oro, el incienso y la mirra y ya está. No necesitamos más y como dice nuestra Santa:” Tenemos a Dios, nada nos falta”. por tanto, nada nos puede turbar, nada nos puede espantar.
Podría terminar aquí; pero ya que he citado a Jung, tengo la suerte de tener el libro “Recuerdos sueños y pensamientos”, del que creo que es la cita que puse al principio, y en el glosario, define la individuación como: “… proceso que engendra un “individuo” psicológico, es decir una unidad aparte, indivisible, un Todo”…“Individuación significa: llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno Mismo… Una y  otra vez el proceso de individuación se confunde con el devenir consciente del yo, y con ello el Yo se identifica con el Mismo… de lo que naturalmente surge una grave confusión de concepto. Pues de este modo la individuación se convierte en el mero egocentrismo y autoerotismo. Sin embargo, el Mismo comprende infinitamente mucho más en sí que un mero Yo… Individuación no excluye al mundo, sino que lo incluye” (Págs. 477 y 478)