Ángel Carril
«La religión católica siempre distinguió entre dos formas de espiritualidad capaces de elevar al ser humano por encima de las cosas. El misticismo, acentuando la negación de aquellas mismas cosas y utilizando la mente para penetrar directamente en esa “niebla en que se cierne la divinidad”, según palabras de Dionisio Cartujano, y el ascetismo, utilizando el esfuerzo personal para ascender progresivamente a los grados sucesivos de perfección que llevarán al individuo hacia su meta última. Ángel Carril siempre pareció un asceta, convencido de que el trabajo y sus resultados purificaban y elevaban el espíritu por encima de la realidad
Del editorial de la
revista Parpalacio nº 91,
de la fundación Joaquín Díaz
de la fundación Joaquín Díaz
El
pasado día 23 de enero, tuve el honor de vivir una “sincronicidad” o
“diosidencia” (Dios hace las cosas, que decían en mi pueblo), y fue encontrarme
con Charo, antigua compañera y siempre amiga, que me comunicó la buena nueva,
que Joaquín Díaz, le dedicaba el
editorial de la revista de su fundación a Ángel Carril.
En
la cita inicial, se ve el trabajo espiritual, que sin duda le inspiró el
trabajo material, que fue una obra titánica, de una persona entregada en cuerpo
y alma a su trabajo de recopilación del folclore salmantino. Aquí realmente se
cumple el “ora et labora” de san Benito, no al estilo de los monjes, sino al
estilo de alguien que aglutina su quehacer diario, con el impulso espiritual
que dirige su vida. Me atrevo a decir, que fue una persona que alcanzó la
“individuación” de la que habla C. G. Jung.
Su trabajo se podrá ver en Wikipedia. En el
editorial de la revista Parpalacio nº 91, de la fundación J.D., un gigante del
folclore, Joaquín Díaz, nos descubre a otro gigante, Ángel Carril. Podéis leerlo
aquí.
Poco
puedo añadir yo, salvo mi admiración a Ángel, del que conservo en la memoria,
dos gratos recuerdos, uno en el día de Corpus en La Alberca, no puedo precisar
el año; pero fue en los 90 del pasado siglo y otro, en un concierto sobre
música sefardí, en la que nos regaló unas hermosas canciones.
Y ya
está, sirva esta pequeña entrada como homenaje a él, como investigador
incansable de nuestro folclore, tesoro que no podemos perder.