miércoles, 23 de enero de 2019


Continuando…

En el trasfondo de las obras más importantes de J. B. Metz… late la convicción de que "no se puede salvar sentido alguno a espaldas de Auschwitz". El nombre del campo de exterminio polaco, más que el lugar de una catástrofe, es el símbolo del "dolor silente de todos los pobres y explotados del mundo".
Reyes Mate en un artículo de EL PAIS de 1986



Después de reflexionar sobre la situación del mundo, de nuestro país, de nuestro entorno y leer el artículo, del que he sacado la cita inicial, y que podéis leer aquí estoy pensando en romper el borrador, que pensé publicar hace tres días; pero, no lo haré, sino que me servirá de contraste, en el claroscuro del mundo y de la vida. Ya sabéis que no hay luz ni oscuridad, sólo una mezcla de ambas, un conjunto infinito de grises.
Escribía yo en unas hojas desechables, cuando se ponía el sol: “¿Para qué digo que me centro en Cristo, cuando mi actitud es la misma que la del joven del evangelio, que se marchó entristecido porque no era capaz de desprenderse de lo superfluo? Esta es la cruda realidad. Ahora bien, teniendo en cuenta que las cosas son como son y la sociedad es como es y no como nos gustaría que fueran, es necesario volver a plantear la pregunta ¿Qué puedo hacer?” Hasta aquí parte del borrador. Ahora bien, La repuesta puede ser, nada, echarme las manos a la cabeza o algo más creativo. Me viene a la memoria, lo que leí hace unos años en el libro “El equilibrio entre el cielo y la tierra” del analista junguiano Robert A. Johnson, en la página 70, cuando era vigilante forestal, en Estados Unidos, durante la segunda guerra mundial: "…cuando llegamos al lugar del fuego, estábamos sin herramientas, porque el conductor de la camioneta que las llevaba, se había despistado y no llegaba. Nos quedamos allí impotentes, sin una sola pala con la que atacar las llamas. El jefe al ver nuestra actitud, nos increpó:
“No os quedéis ahí, niñatos, ¡haced algo!, siempre hay algo que se puede hacer, aunque sea ¡mearos en él!”...
Eso nos hizo reaccionar y salir de nuestra pasividad,… aunque las medidas no surtieron efecto,… precisamente entonces llegó la camioneta con las herramientas y conseguimos controlar el fuego…
Sí, siempre hay algo que se puede hacer en cualquier situación, no importa lo pequeña que sea la acción. Apliqué ese importante hecho y lo he aplicado el resto de mi vida”
Así pues, respondiendo a la pregunta ¿Cómo puedo hacer que mi vida no contribuya a aumentar la entropía del mundo? La respuesta es tópica: ahorrando, en calefacción, gasolina, etc… que no sirve para nada ¿O sí?, nada si lo hago yo solo; pero ya sabéis el refrán: “grano no hace granero; pero ayuda al compañero” y en el Cálculo Infinitesimal, la suma (integral) de infinitos infinitésimos (cantidad sumamente pequeña) puede dar un resultado finito y… a veces infinito.
Pero eso, con ser importante, no lo es todo. Lo más importante es ¿Cómo debo vivir para que mi centro sea Cristo? Y esto es lo que debe interpelarme. Puedo tomar nota de Mateo 25.
Y si nuestra desesperación llega a cotas insoportables, podemos tomar la actitud de J. B. Metz, llamar a Dios, “aunque sea por señas”, es decir esperar a la camioneta con las herramientas; pero de forma activa, no pasiva.
¡Maranatha!, ¡Ven Señor Jesús!, como termina el Nuevo Testamento

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