miércoles, 8 de mayo de 2024

 · 3 páginas 3 del libro de Jesús Espeja, Jesucristo una propuesta de vida.

Esta mañana por wasap una amiga, que es bisabuela me escribía: ¿Cómo te has levantado hoy?. Eso mismo digo yo.



Mi amiga, suele enviarme chistes, unos graciosos y otros,como este, si es que es un chiste. Yo le contesté: "Buenos días Cari con una pregunta ¿Es un chiste u otra pregunta? si es un chiste es muy filosófico y si es una pregunta te respondo: Me he levantado con deseos de saber quien soy y para aclararme, he leído el prólogo del libro Metáforas de la no-dualidad de Enrique Martínez Lozano y resulta que al final he pensado, que es mejor saber quien era antes de leerlo, porque me ha dejado su lectura "la cabeza caliente y los pies fríos".Por lo tanto Virgencita de Fátima, que ahora es la novena, que me quede como estaba...

Y en esto, contemplando los libros que tengo en la librería, veo títulos como "Deja de ser tu", "El camino del despertar" y otros por el estilo. También otros como "Evangelio 2024", "Jesús está vivo" y encima de la mesa el citado al principio del dominico Jesús Espeja, que da título a esta entrada. Me he acordado, aunque no lo tengo a la vista del "Gran teatro del mundo" de D. Pedro Calderón de la Barca, que insiste en "Que obremos bien, que Dios es Dios" e implícitamente podemos preguntarnos "¿Y si obramos mal?" En la época del Barroco cuando se escribió este auto Sacramental, posiblemente se evocarían las llamas del infierno, para responder a esta pregunta. Ahora, si confiamos en la Encarnación de Jesucristo, para transmitirnos el amor del Padre, Jesús Espeja, nos dice, que perdamos ese miedo, si bien es verdad, que no lo niega, sobre todo si nos fijamos en una frase, que señalaré cuando surja. Y sin más pasamos a las citadas páginas:

"Ni miedo ni autosuficiencia. Es frecuente la visión de una divinidad que vigila todos nuestros pasos, apunta bien nuestras caídas y en el juicio final ajustará cuentas. Los atrapados por esta visión pasan la existencia con cara de poco redimidos, obsesionados y paralizados por miedo a ese juicio. Se proyecta sobre Dios la imagen de un poder terrible que de amor no tiene nada.... No es el temor normal ante un misterio que nos resulta inabarcable; es mas bien un miedo de esclavos que nos paraliza.

Este miedo no responde a la buena noticia sobre Dios que es ternura y misericordia infinitas. Si esos atemorizados han tenido padres buenos y saben que al final esos padres los juzgarán ¿Acaso tendrán miedo al juicio?; pues según el evangelio Dios es mejor que los mejores padres y madres del mundo. Los que viven asustados en el juicio  final no han recibido la buena noticia sobre Dios ni gustan la experiencia que tan intensamente vivían los primeros cristianos: "Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene; y la perfección del amor en nosotros se muestra en que tengamos confianza en el día del juicio; en el amor no hay miedo, pues el amor perfecto desecha todo miedo" (1 Jn 4, 16-18)".Olvidamos muchas veces que, según el evangelio, el juicio final a favor o en contra ya lo estamos pronunciando nosotros mismos según sea nuestra conducta con los hambrientos, desnudos o privados de Libertad" (Mt 25, 31-46. Las negritas las he añadido yo).

"Por otro  lado no faltan creyentes cristianos que como férreos espartanos y con buena dosis de estoicismo, pretenden ser perfectos y ganar el cielo sólo con sus propios méritos sin tener que deber nada a nadie.... Otros en cambio experimentan la misericordia de Dios, se sienten arropados por un amor inmerecido, y hacen obras buenas no tanto para conseguir el cielo con sus méritos sino como expresión de un amor que gratuitamente los precede y acompaña, que les permite vivir agradecidos e inspira en ellos el deseo de ser gratos amando gratuitamente a los demás ¿No es este el dinamismo de encuentro personal que llamamos gracia?

Para los obsesionados con el miedo al juicio final y para los que quieren alcanzar el cielo sólo con sus méritos el ejemplo y la enseñanza de San Pablo pueden ser muy saludables. Al encontrarse con el resucitado aquel fanático fariseo... entendió muy bien que ni la muerte ni la vida ni nada de este mundo puede separarnos del amor de Dios que nos ha manifestado en Jesucristo. El amor de Dios nos arropa y sostiene incluso cuando somos pecadores; nos perfeccionamos no por las obras que realizamos para conseguir méritos, sino por la confianza en Dios que inspira esas obras... (Rom 5,2; 8,39) 

Al escuchar este evangelio algunos concluyen: "¡Que bien!, puedo hacer lo que me venga en gana, pues Dios no me castiga, eso del infierno es un cuento". Y no les falta razón porque el Dios revelado por Jesucristo es misericordia, no sabe más que amar..."

Y llegando a este punto, me viene a la memoria otro libro: El regreso del hijo pródigo, de Henri J. H. Neuwen, que plantea más o menos lo mismo. Merece la pena leerlo y releerlo y sobre todo sentirnos, hijos pródigos que volvemos al Padre, aunque bien es verdad, que ha sido tanto el miedo que nos metieron con el "fuego eterno", que todavía pensamos que el Padre nos va a regañar

Las notas que han precedido son de las páginas 103, 104 y 105 y tenéis en este mismo blog una entrada, el 23 de abril, en donde se explica la estructura del libro de Espeja. Si no conocéis el libro de Neuwen, aquí os dejo este vídeo explicativo