Sincronicidad F. David Peat
8. Tiempo y
transformación 2ª parte
Fin
Ningún
ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo
que Dios ha preparado para quienes lo aman
1ª
Corintios 2,9
Seguimos en este capítulo,
dentro del apartado Tiempo y eternidad, repasando, en primer lugar los enfoques
que se han dado sobre el tiempo, así para Newton, el tiempo fluye sin relación
con nada externo, concepción que Albert Einstein corregiría, cuando demostró
que no fluye por igual en todas partes del universo, ya que su velocidad es
afectada por la presencia de la materia y la energía. En este capítulo se
sugiere que el orden del tiempo en la naturaleza es, de hecho más amplio de lo
que sugieren Newton o Einstein “El tiempo
no consiste en un solo orden de sucesión, sino que es el espectro entero de
órdenes del que, la eternidad y el orden matemático de sucesión, o la corriente
fluyente, son solamente dos aspectos determinados” pág. 161
La conciencia misma no
está vinculada a ninguno de estos órdenes; pero el “sí mismo” y la sociedad
moderna parecen estar vinculados, al orden propuesto por Newton; pero el orden
sucesivo mostrado en el reloj, no tiene un carácter definitivo, sino que surge
de las sensaciones de proceso y cambio. En este sentido las tribus primitivas
viven en un “ahora eterno”. Durante la caza, el grupo funciona como una sola
conciencia que está en armonía con el orden cambiante de la cacería. Ahora
bien, en la vida cotidiana, la tribu funciona dentro de órdenes del tiempo en
armonía con los ritmos de la naturaleza. La estructuración tribal del tiempo es
eterna y móvil. Cada amanecer es nuevo y a la vez el mismo. “Este orden tiene claramente algo en común
con la sincronicidad, que crece del instante intemporal eterno que está cargado
del potencial para cambiar” Pág. 162.
Este orden eterno,
persiste en la misa católica, en el acto de la consagración, pues pone a los
feligreses en contacto un momento intemporal,
con su origen en Jesucristo.
San Agustín en el siglo
IV, afirmó que el orden del tiempo no tiene ninguna naturaleza independiente
absoluta, sino que existe solamente a su paso. El pasado ha desaparecido y el
futuro aún no ha llegado. El pasado y el futuro, por tanto solo pueden existir
en el presente. Pero paradójicamente “el
concepto cristiano del tiempo fue el responsable de destruir la noción de un
orden eterno, pues esto se opone claramente a la creencia de que “Jesucristo
murió por nuestros pecados”… A lo largo de la Europa cristiana se extendió el
concepto del tiempo con un inicio y un orden sucesivo lineal que se mueve hacia
el futuro” Pág. 163
Cuando las sociedades se
volvieron más sofisticadas, fueron capaces de planificar de cara al futuro, se
sentían implicadas en una forma de progreso, mejoramiento y acumulación de
riquezas y conocimientos, ello implicó que ya no se podía permanecer en un
“ahora eterno”, ya que era necesario planificar, lo que llevó a un orden nuevo
del tiempo, dentro del cual a cada tarea se le asigna una prioridad y algunas,
hay que relegarlas para “mañana”. Esto se considera obvio, de modo que los
antiguos órdenes eternos y temporales son considerados ilusiones o ficciones
religiosas. No hay tiempo para pensar en la eternidad. Es mejor dejarlo para los
ancianos o para después de la muerte. Y en la pág. 164 leemos “El rígido orden del tiempo de sucesión ha
empezado a dominar el orden del individuo y, asimismo se ha proyectado en la
sociedad y la naturaleza. Dentro de este orden, existe una fragmentación considerable,
pues la vida ya no está impregnada de significado, sino que está determinada
por el orden mecánico de la sucesión” y en la siguiente página: “Al funcionar desde sus formas fijas y su
orden relativamente limitado, el “sí mismo” se supone que es el origen y quien
mantiene todas las cosas. Ha confundido la realidad interna y externa y,
distorsiona cualquier conocimiento de zonas más sutiles y de órdenes de
conciencia. Es de este modo que se difuminan el significado y los órdenes del
tiempo de la naturaleza”.
El autor pone el ejemplo,
de que al organizar una merienda campestre al lado de una autopista, el ruido
de los coches, nos impiden disfrutar de los sonidos del trino de las aves.
Y más adelante: “el “sí mismo” se ha fragmentado del campo
general de la conciencia y ha obstruido la creatividad, de modo que una
sincronicidad ahora parece ser un incidente raro y aislado en vez de un aspecto
general del tiempo y desplegamiento”
Pero es posible para la
mente extenderse a la sociedad y la naturaleza y alcanzar zonas más profundas y
sutiles, que Jung llamaba el “inconsciente colectivo”. En determinados
momentos, escuchando música, contemplando arte… una persona puede sentirse
profundamente afectada y tener la sensación de tocar algo que está fuera del “sí
mismo”. Las sincronicidades son de esta misma naturaleza, pues abren las
compuertas de los niveles más profundos de la conciencia y la materia que, por
un instante creador inundan la mente. Algo parecido a lo que Abraham Maslow
denomina “experiencias cumbre”. Estas, junto con las epifanías y las
sincronicidades son todos los casos en los que la creatividad atraviesa las
barreras del “sí mismo”.
Bertrand Russel, en su
autobiografía describe uno de estos momentos, que lo transformo, al encontrarse
con la esposa de un colega, A. N. Whiteehead, que padecía unos dolores
terribles:
“Algo de lo que vi en aquel momento siempre
ha permanecido conmigo, provocando mi actitud durante la primera guerra, mi
interés hacia los niños, mi indiferencia ante los infortunios menores y un
cierto carácter emocional en todas mis relaciones humanas”
Termina este apartado, en
la Pág. 167: “Durante tal transformación,
la división entre la mente y el cuerpo, el individuo y la sociedad terminará, y
la conciencia se extenderá para abarcar el orden global de toda la naturaleza e incluso más allá. Tal
transformación implica a toda la sociedad. Mientras el orden sucesivo del
tiempo permanecerá para resolver problemas prácticos, ahora tendrá u lugar
adecuado dentro del espectro de órdenes del tiempo. Del mismo modo el “sí
mismo” continuará desempeñando su papel…”
Pasamos al siguiente y
último apartado del capítulo y del libro, titulado El individuo y la totalidad. Por su importancia y colofón de la
tesis defendida en este libro, copio los párrafos más importantes literalmente: “… La sincronicidad es una imagen de la fuente creadora pues, dentro de
su momento intemporal, la concienciación inunda toda conciencia y materia para
producir un sentido profundo de identidad. De este momento intemporal fluyen
los sucesos y los patrones de la sincronicidad. Estos se extienden por las
distinciones artificiales de la mente y la materia, el “sí mismo” y el cuerpo,
el individuo y la sociedad, la sociedad y la naturaleza. La sincronicidad es por
lo tanto, la insinuación de una trasformación mucho más superior. Una
insinuación de una vida más creadora en la que el yo ocupa su lugar adecuado
dentro de la conciencia.
Sin
embargo… [en la actualidad]…
el concepto de “holismo” se ha puesto de moda y sugiere un “sí mismo” que llega
a estar sumergido en un baño caliente de sustancia sin inteligencia. Este
concepto es ajeno al planteamiento de este libro. Una imagen mejor sería la
quietud intensa y llena de vitalidad… Esta experiencia a veces se alcanza en el
trabajo creativo, en el contacto estrecho con la naturaleza o con algunas
formas de meditación. Se puede describir
como una vacuidad y una plenitud…
En
esta quietud, la mente y el cuerpo ya no se experimentan como entidades
divididas… Una persona ya no puede sentirse atada y restringida por el tiempo…
puede llevar a formas más eficaces de acción en las que la mente y el cuerpo,
atención y concienciación, “sí mismo” y conciencia, ya no están divididos. No
es la quietud del sueño… sino la del tigre en la selva o de la mente
concentrada en una tarea creadora.
Fundirse
con el todo… es despertar a un estado de conciencia y actividad… La realidad
surge de la fuente de la creatividad incondicional y, a través de su
funcionamiento, revela órdenes y distinciones de grados crecientes.
Este
todo dista mucho de no estar estructurado… Dentro de él, el universo material
no se puede considerar de ningún modo una “ilusión”… por tanto al subsanar la
división entre el “sí mismo” y el todo, no se pierde la individualidad… El “sí
mismo”, la materia y el tiempo tienen todos su lugar dentro de los órdenes más
sutiles del movimiento que se despliegan de la fuente… “la muerte del “sí mismo””…
sugiere una muerte de vínculos con las rígidas formas fijas… sigue viviendo,
pero como un aspecto del movimiento más sutil que implica el orden de la
conciencia entera.
Este
movimiento, que funciona desde la fuente creadora, también actúa para disolver
la fragmentación,… [que]…
no implica el abandono de toda distinción y categoría…
En
el origen de la civilización, es posible que los deseos de pensar, venerar y comprender
procedieran de la misma fuente… En la época de los antiguos griegos… el
nacimiento de la filosofía no hizo ninguna distinción entre la religión y la
ciencia… con el paso de los siglos, la ciencia empezó a separarse de la filosofía…
y se fragmentó en temas y especialidades diferentes… Así pues, a medida que el
conocimiento del universo y de nosotros mismos se vuelve cada vez más detallado…
se convierte en conocimiento sin
significado y sin comprensión. Pero… los distintos campos el conocimiento moderno,
deben tener en un nivel más profundo,
correlaciones significativa… La filosofía, la psicología, la ciencia, el arte y la
religión surgen todos de una profunda reacción humana al universo y no se
pueden manifestar en aislamiento, sino que se deben realizar siempre desde
dentro de un contexto mucho más amplio,… no se defiende un regreso al
planteamiento de los griegos, sino un movimiento hacia adelante, hacia una
mayor sensibilidad y conocimiento de las posibilidades y potencialidades
ilimitadas del universo entero…Al principio [de este libro, al
narrar] los incidentes determinados de la
sincronicidad, la intención era que fuesen indicios, pequeñas grietas en la
superficie de nuestra racionalidad que insinúan un mundo más profundo que puede
estar más allá. Ahora hemos visto este mundo, le hemos echado una ojeada… Hemos
basado nuestra civilización en la
ilusión… de “llegar a ser”, del progreso temporal en vez de órdenes en el
tiempo infinitamente más sutiles que se funden en la eternidad, de la realidad
superficial de las cosas en vez de sus órdenes ocultos más profundos. Las
sincronicidades han abierto una ventana hacia una fuente creadora de un
potencial infinito, la fuente del universo mismo... Han demostrado que la mente
y la materia no son aspectos separados distintos de la naturaleza, sino que
surgen de un orden más profundo de la realidad… Una vez que nos demos cuenta
que nuestra conciencia es ilimitada, entonces
se hace posible para nosotros realizar una trasformación creadora de nuestra
propia vida y de la sociedad en la que vivimos… no necesitaremos conchas de tortuga ni tallos de milenrama,
pues habremos aprendido a vivir con la sabiduría y comprensión que han estado
presentes en nosotros desde los albores de la humanidad.”
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