De la historia de Jacob
“En
adelante no te llamarás Jabob, sino Israel; porque
has sido fuerte contra Dios y contra los
hombres,
y le has vencido”
Génesis 32,29
Anda uno, “embaído”, como
dicen en mi pueblo, con cincuenta y una mil historias, por “llenar huecos” en
el vacío de la existencia y pocas veces nos paramos a reflexionar, salvo
cuando, uno se encuentra con un hecho como este, aparentemente trivial, como es
ver un vídeo en YouTube. Pues bien en este caso, al ver uno, tienes que ver
dos, pues hay segunda parte. Y al grano:
La vida es aparentemente
muy compleja; pero en el fondo, es sencilla, si nos dejamos guiar por el
espíritu de Dios, aunque no pocas veces, nos resistimos, como probablemente le
sucedió a Jacob en el vado de Yabboq. Al final, se hizo la luz, como la pieza musical Una noche en el monte Pelado de Mussorgsky, en el que tras una noche de aquelarre, al llegar el alba suena una campana y los espíritus malignos se retiran. Da
para mucho este tema, desde la psicología profunda a la “Teoría de la sombra”
de C. G. Jung y no digamos la historia de Jacob, dentro del Génesis. Un filón
para antropólogos, historiadores, psicólogos, etc. Yo no soy ninguna de esas
cosas; pero saco una sencilla conclusión: la historia de Jacob, es “la historia
de la vida misma”, pues se dan lealtades, luchas, engaños, conciliaciones… La necesidad,
que te obliga a vender lo mejor que tienes, como Esaú por el “famoso plato de lentejas” La astucia
de Labán para “colocar” a su hija pequeña Lía, la lealtad de Jacob,
trabajando muchos años para su suegro, y este resistiéndose a dejarlos marchar y establecerse por su cuenta.
Luces y sombras, claros y oscuros salpican la historia, como cuando, ya establecidos en Siquem ocurre el rapto de Dina, la hija de Lía, después un arreglo con el raptor-violador y luego la venganza de dos hijos Simeón y Leví… y así sucesivamente; pero Jacob, no se rinde y sube a Betel y Dios vuelve a repetirle “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel” Gen 35, 10.
Los sermones del P.
Fortea, han hecho interesarme por esta historia, y por eso quiero compartir mis sencillas reflexiones. Además, de crear y fortalecer lazos de amistad, con
amigos y amigas, que poco a poco la vida nos va alejando, y como con las
fotografías del vado Yabboq, hemos fortalecido. Por ese sitio, que está en
Jordania, muy cerca de las ruinas romanas de Gerasa, pasamos en una peregrinación
que hicimos a Israel en 2008 y que yo no las tenía o se me habían perdido y una
hermana peregrina, Mª Cruz, me las ha enviado y aquí muestro una, con mi
gratitud por el detalle. Como la vida misma, como la historia de Jacob, como la
nuestra; pero lo más importante, no desviarnos de la senda que nos traza el
Señor, aunque a veces tenga que “cambiarnos de nombre”
Luces y sombras, claros y oscuros salpican la historia, como cuando, ya establecidos en Siquem ocurre el rapto de Dina, la hija de Lía, después un arreglo con el raptor-violador y luego la venganza de dos hijos Simeón y Leví… y así sucesivamente; pero Jacob, no se rinde y sube a Betel y Dios vuelve a repetirle “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel” Gen 35, 10.
Y ahora ya os invito a
escuchar los sermones del P. Fortea y que cada uno saque sus propias conclusiones: Primer sermón y segundo sermón