Dios brilla por su ausencia
¿A
dónde iré yo lejos de tu espíritu,
A
donde de tu rostro podré huir?
Si
hasta los cielos subo, allí estás tú,
Si
en el seol me acuesto, allí te encuentras
Salmo 139 (138) 7-8
La experiencia de Dios,
nos acompaña siempre, incluso en la desesperación. La ausencia de Dios hace
referencia a una percepción que puede ser personal o de las circunstancias. Se
vive como si Dios no existiera, que es el proceso que se caracteriza en el
nihilismo.
El resultado puede ser
que nuestra forma de creer, más que una gozosa afirmación de Dios, sea
preguntarnos, como en el salmo 90: ¿Por qué me ocultas tu rostro? ¿Dónde están
tus bondades?
Podemos, buscar su presencia en la ausencia, ya que hoy es
difícil creer por pura rutina, pues nos faltan apoyos culturales para una fe
normalizada. Es una verdadera prueba vivir la fe. Una búsqueda en la noche;
pero no sin luz, como San Juan de la
Cruz: “Sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía”, o como apunta J.
Baruzzi “La ausencia esconde una presencia misteriosa”
Todo esto nos remite al
fundamento de la religión, capaz de aguantar y fundamentar lo más audaz,
asentándolo firmemente y que “se presenta con una confianza incondicional
después del fracaso de todas las explicaciones teológicas”, según apunta
J. Lois
¿Qué significa por
tanto la búsqueda de Dios? No hay que desviarse de la vida para buscarlo, pues
está en todo. “Buscar a Dios es llevarlo en el corazón, como la aspiración que guía
nuestro camino”, según, M. Buber
Los presupuestos,
momentos y rasgos de su búsqueda podemos resumirlos en estos puntos:
·
Tomar
conciencia de su ausencia
·
Purificar
nuestra fe
·
Buscarlo
en la propia interioridad
·
Buscarlo,
porque previamente hemos sido encontrados por Él
·
Buscarlo
es desearlo.
Concluyo, afirmando,
que las notas aquí expuestas, no se me han ocurrido a mí, sino que es el
resumen de algún capítulo, de algún libro que he leído. Me gusta tomar notas de
lo que leo y es lo que ha ocurrido. Las notas las he encontrado en la mitad
inferior, de una página de cuaderno, un trozo de papel, que estaba desechando,
junto con otros para tirar a la papelera. No es la primera vez que me encuentro
trozos de hojas, con un buen contenido escrito, antes de desecharlas. No sé de qué
libro se trata, ni cuál es el autor. Estoy pensando en alguno; pero prefiero no
arriesgarme. En cualquier caso, pensemos que el Espíritu Santo, me ha brindado
esta hoja y que he podido compartirla, con quien quiera leer este sencillo
escrito. Yo por mi parte, como creyente en la Presencia real de Cristo en la Eucaristía,
entono el “Adorote devote latens Deitas”,
Te adoro con devoción Divinidad oculta, en el Pan y en el Vino; pero si no
crees en el Misterio Eucarístico, puedes también entonar el mismo cántico, aquí y ahora. pensando que Dios está en la flor, en el canto de un niño,… o en los
planetas y galaxias....
¡Gloria tibi Domine!
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