Buscando el rostro del Señor (y 4)
«Mi corazón
dice: Yo busco tu rostro, Señor, no me ocultes tu rostro».
Sal 27, 8-9
si atento estoy y se escuchar podré sentir tu voz.
Anoche, me desperté a
eso de las tres de la mañana y como no me dormía estuve escuchando una charla
en la que se hablaba de las delicias de la consolación, cuando estamos “entusiasmados”,
es decir llenos de Dios; pero también se hablaba de la desolación, cuando somos
incapaces de rezar y si lo hacemos es como si escucháramos nuestra oración en
un mal “casette” Hoy, quiero reflexionar sobre este binomio
consolación-desolación, porque me he dado cuenta que lo que persigo con esta
serie de entradas, es la consolación, dejando de lado la desolación y tal vez
el enfoque esté equivocado.
He pensado en que encontraremos
a Dios, haciendo meditación, pues entraremos en el “debir”, en el santuario
interior, en la Presencia, en la consciencia plena, como si Dios sólo estuviera
allí; pero como dice la canción, “si estoy atento y se escuchar podré sentir su
voz”. Mi experiencia es que a pesar de sequedades, crisis, desolaciones, el
Señor me acompaña y voy a señalar un pequeño ejemplo: Cuando escribo me gusta
tener un lápiz y un papel, en donde voy
apuntado frases, ideas, que saco de las lecturas, pues bien, de la lectura del
libro de Jon Kabat-Zinn tengo apuntadas como el deseo de llegar a lo profundo
del ser, dominar el ego, evitar los ataques de ira, saber lo que realmente me
conviene, etc… Cosas, que son efectos, y para ello es mejor ir a las causas y para
ir a las causas, según el Proceso de la Presencia, hay que ir al subconsciente
y por tanto, entre otras cosas, poner atención en los sueños. Así lo he hecho
y en alguno de ellos, se ha visto, la dificultad
de que a veces no estamos en condiciones de controlar los efectos. Me explico;
en un sueño salía conduciendo; pero el parabrisas estaba tan sucio, que no veía
casi nada y en otro, al salir otro coche bloqueaba la salida, en otro sueño
bajaba al hospital y me seguían unos perros; pero que no me hacían daño, sólo
asustaban, llegando a un castillo, que yo no conocía y no salí de allí, pues
creo que me desperté.
Pero lo que quería resaltar,
es que en otro libro que encontré, me hacían las mismas propuestas que el de
Atención plena en la vida cotidiana: ¿En dónde estoy y a donde me dirijo? La
repuesta, es lógicamente la del salmista: “Salir de la trampa, que me han
tendido mis enemigos” y conste que yo mismo puedo ser mi enemigo y para “remachar
el clavo”, en una carpeta de “papeles abandonados”, aparece un folio con un
escrito de Dolores Alexandre, publicado en "alandar" el martes 1 de febrero de
2011, en la que recomienda, llevar un cuaderno de vida. Es un escrito hermoso,
que viene a confirmar lo que estoy sintiendo, y ahí está la sincronicidad, la
mano del Señor, puesto que yo en cierto
modo estoy utilizando el cuaderno de vida a mi modo, aunque si queréis llamarlo
así, de una forma chapucera Y por eso debería titular estas entradas de otra
manera.
Y ya que me he metido
con el subconsciente y los sueños os cuento el último: una mañana me desperté
con el sueño en el que estaba dando clase y le proponía a los alumnos, el
siguiente ejercicio: conocidos el perímetro y el área de un polígono regular,
calcular el número de lados. Me he puesto a resolverlo y he llegado a la
conclusión que es sumamente difícil, si no imposible ya que la relación entre el área y el
perímetro de un polígono, no depende solamente del número de lados, sino también
de la tangente del ángulo 180/n, siendo n el número de lados.
El número de lados, por
tanto es lo fundamental, para determinar el perímetro y el área, lo mismo que
nuestra disposición en la vida, que puede ir del triángulo, el tres, el Dios trinitario, al Dios abstracto, la circunferencia. Con esta confianza vivamos la vida,
sabiendo que Él nos acompaña, si queremos trabajar nuestro interior, buscando
el “debir”, y podremos aumentar el número de lados, con la esperanza
de llegar al infinito
En próximas entradas os
cuento más; pero con otro título
No hay comentarios:
Publicar un comentario