domingo, 6 de agosto de 2023

 6 de agosto de 2023

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. San Mateo 17,1

Breve reflexión:

Un destello de luz en el horizonte

La escena de la transfiguración del Señor nos adentra en el sentido profundo de aquellas palabras premonitorias del profeta Isaías, aplicadas por el evangelista a la misión de Jesús cuando volvió a su tierra de Galilea: el pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz (Mt 4,16). Efectivamente, cuando sus discípulos lo vieron resplandeciente y nimbado de gloria, pudieron percatarse mejor de cuál era el destino y alcance de su misión como luz de las gentes y gloria de su pueblo Israel (Lc 2,32).

Perplejos y desconcertados como estaban, después de escuchar en la subida hacia Jerusalén el primer anuncio de su Pasión, los discípulos necesitaban sin duda levantar su estado anímico. Y más que todos, si cabe, ellos tres, los que también le acompañarían más tarde, la víspera de su Pasión, en aquella noche oscura y angustiosa de Getsemaní. El que iba a ser abajado y humillado hasta el extremo, se dignaba ahora manifestarse ante ellos en la plenitud de su esplendor dejándoles un signo patente de su gloria futura. Con estas señales, Jesús salía oportunamente al encuentro de su mundo interior, zarandeado y fuertemente afectado por el misterio de su Maestro, abriéndoles un nuevo horizonte de vida.

Juan Huarte Osácar O. P.

Un breve apunte Del libro Un Dios que siempre es más de Jenet P. Williams. Pag. 51,52

Por una cruel coincidencia, en1945 se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima el mismo día en que la Iglesia celebra la transfiguración. El 6 de agosto señala en nuestros calendarios la diabólica oposición entre el mortífero brillo del poder humano y la radiante gloria de la presencia divina. Es el mismo contraste, visible en toda época y lugar, que el que se observa entre el discurso humano y el divino en los relatos evangélicos del juicio a Jesús. El poeta galés Ronald S. Thomas conecta los dos:

 

No es que Dios sea incapaz de hablar;

¿Quién creó los idiomas

Sino Él? Tampoco es que no quiera;

Decir eso es  insinuar

Que actúa con malicia. Es solo que

No lo hace, o lo hace en momentos

En que no estamos escuchando,

De maneras que aún no sabemos reconocer

Como palabras. Lo llamamos  el Dios

Con un descaro que resulta

Imperdonable. ¿Qué silencio es tan elocuente

Como el suyo? ¿Qué palabras tan explosiva

Como esta última palabra palestina

Con sus infinitas consecuencias?

 

Ver más en el siguiente enlace:

Una reflexión, sobre Prometeo, el que robó el fuego a los dioses

 


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